Antes de los años 70 tuve la gran oportunidad en el ICAI de tener un retiro espiritual con los jesuitas, eramos un grupo de chicas y chicos, fue en un convento de monjas seglares en la calle de Arturo Soria, fueron siete días en plan de internado.
Yo en este internado profundice mas en mi fe y se actualizo mi religión con un movimiento posconciliar y moderno y cercano a la teología de la liberación, hablamos de un Dios del Amor llamado Jesucristo y nos quitamos la imagen del Dios del Palo. Yo en concreto me libere de dos cosas importantes: el apego al dinero y el apego al poder, dos cosas que atan mucho.
Daros cuenta que yo viví una época anterior al Concilio Vaticano II que ir a unos ejercicios espirituales causaba pánico o te hablaban de la muerte o del infierno, era el único argumento. JL