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sábado, 22 de enero de 2022

III DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. DOMINGO DE LA PALABRA.

 


EMBORRACHADOS. LA VÍA DEL ESPÍRITU. ¿Qué vía se le abre a un bautizado para ser discípulo de Jesús en el centro de la cotidianidad de un mundo desesperanzado y de corazón duro ante el misterio de Dios y de su Palabra? Algo muy sencillo. La vía del Espíritu que nos llega a través de la Palabra. A todos los discípulos nos han emborrachado de Espíritu Santo. El bautismo puedes compararlo con una gran borrachera. Cuando un hombre está bebido, hace cosas extraordinarias, oye cosas fuera de lo común, tiene vivencias inimaginables, y vive con euforia el momento. San Pablo, en Corintios 12, lo atisba: "Todos hemos bebido de un solo Espíritu". Toma conciencia de lo que eso significa; eso de lo que está imbuido el bautismo que recibiste, y que crece sin parar en tu interior; ese Santo Espíritu que te acompaña, ora en ti, habla en ti, se realiza en ti, y en el Cuerpo de Cristo que eres con todos los bautizados; la gran locura de amor que es ese Cuerpo de Cristo, obra del Espíritu.


EL POLIEDRO DEL ESPÍRITU Y LA PALABRA. Y Pablo continúa: "El cuerpo tiene muchos miembros, no uno solo. Vosotros sois el cuerpo de Cristo y cada uno es un miembro". Tú, y tus hermanos, viviendo el mismo Espíritu. Tú, y tus hermanos, formando un sólo Cuerpo remozado de diversidad, de diferentes carismas, dones, misiones, y vocaciones. Un verdadero poliedro. Todos diferentes, pero todos con la misma e idéntica identidad: Palabra y Espíritu. La vía del Espíritu en la Iglesia, es la vía peculiar, única y común que se te ofrece. Si vas por ella eres cristiano. Pero, si no estás envuelto en Espíritu, andarás en otros caminos. El tuyo, el comunitario, es Espíritu y Palabra.


EXPERIMENTAR LA UNIDAD Y LA MISIÓN DE JESÚS. Eso mismo le pasó a la Iglesia naciente, y le pasó a Jesús. Lucas 1: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista". También es la Palabra y el Espíritu. Medita y experimenta a fondo en tu corazón esta unidad esencial, como bautizado, con el Espíritu Santo. El Espíritu de Jesús. El Paráclito. Y con la Palabra por Él desvelada. La vocación y el envío, tanto a Jesús, como a cada uno de sus discípulos, les llega por la misma vía que estás viendo, y que orienta tus pasos creyentes y comprometidos, y también los del Cuerpo que eres con tus hermanos, y, siempre, por la misma vía: la del Espíritu que anima la Palabra y la sigue haciendo viva. No hay otra opción posible. No existe otra salida para el laberinto vital. El Padre y el Hijo te han orientado hacia el pasillo, la puerta y la llave por los que salir, ponerte en camino y realizar la misión de Cristo.


LA PALABRA NECESITA SER COMPRENDIDA PARA SER AMADA. Salmo 18: "Llegue a tu presencia el meditar de mi corazón, Señor, roca mía, redentor mío". Necesitas una pausa en este domingo de la Palabra. Sería muy bueno poder contar con pausas suficientes a lo largo de cada jornada, para tomar aliento, para tomar conciencia de quién eres, de tu vocación, de tu misión, para asentarte sobre la roca, y habitar tu corazón. Entra en el sosegado meditar de ese corazón, y hazlo de modo sereno, sencillo, pausado, hondo, verdadero. Entra en tu templo santo, y deja que la Palabra te ilumine entero. La Palabra que trae consigo el Espíritu. Has de leer, escuchar, y proclamar esa Palabra. Hazlo con claridad, visión, decisión y sentido. Como narra El libro de Nehemías 8: "Los levitas leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicando el sentido, de forma que comprendieron la lectura". La Palabra necesita ser comprendida para ser amada. El pueblo, el Cuerpo que somos, necesita del deleite de la Palabra, necesita degustarla, comerla, y nutrirse de ella; sólo así hará crecer a la perla, y se desarrollará el hombre nuevo que nos habita por dentro; emborráchate con ella, con su orientación, con su luz, con el alimento sustancioso y novedoso que es. La Palabra es el transporte del Espíritu. Déjate enganchar a Él. Sé con Él. Vive con Él y para Él. En el Espíritu de la Palabra encontrarás la rosa viva en la que engolfarte, tu Redentor, tu Señor. Él es tu fundamento. 'Sin ti, como dice la canción, no soy nada'. Sin Él, sin su Palabra, te pierdes, nos perdemos, no nos encontramos, y corremos el riesgo de enfermar y desquiciar ante tanta desesperanza, tanta injusticia, tanta injuria, exclusión, diferencia inhumana, arbitrariedad, mentira, falacia, u horror. Te queda la Palabra. Vuelve a ella en todo momento, y especialmente en los tiempos aciagos o de profunda crisis. Vuelve al EVANGELIO.


Antonio García Rubio.