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sábado, 8 de enero de 2022

BAUTISMO DEL SEÑOR




PERFORA LA CAPA EXTERNA DE LO QUE CONOCES DE CRISTO. ENTRA MÁS DENTRO. Si repasas la vida de Jesús, tienes la sensación de ir asistiendo a una sucesión de momentos de luz, de plenitud, de sentido y de belleza. En cada uno de los momentos narrados, como lector que contempla o auditor que escucha, tienes la sensación de que se trata de una vida traspasada, en su presente humano, por la trascendencia y la gracia de Dios. Se te ofrece un presente transido de humanidad y de divinidad en la Anunciación, la Visitación, la Natividad, la acogida de los pastores, la madurez y plenitud de su infancia, y en el Bautismo, donde en este día, en este momento has de permanecer absorto. Todos elloa son instantes de gracia y de humanidad. Aquellos instantes de los que hablaba, ante tu vida estresada, Madaleine Delbrêl, cuando narraba las perforaciones. En tu propia historia, puedes marcar hitos de encuentro, momentos de luz en medio de la noche, de la oscuridad o del pecado. Si perforas la capa o la costra externa, socabas el tiempo y te adentras, a través de un sencillo encuentro, en la eternidad, en el instante y presente eterno del Dios. Ese instante te devuelve a la Vida, y te hace partícipe de la plenitud que te espera. Qué bien lo expresan los escritos del profeta Isaías 42: "Te he llamado, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas". 

ADENTRATEVEN EL SECRETO DEL EVANGELIO. El Evangelio te narra los grandes momentos de la profunda historia del hombre, tocados radicalmente por la mano, el toque, o el don de Dios en Jesús. Narra el cruce entre lo divino y lo humano, que te apasiona y te adelanta el presente eterno de Dios, en el centro mismo de tu historia de pecado, de tu lejanía, y que te proyecta una luz que es capaz de transformar tu historia y tu vida. Hechos 10: "Conocéis lo que sucedió cuando Juan predicaba el bautismo. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él". Esto sucede de modo contundente en la historia del Jesús terreno, y por su gracia y la acción de su Espíritu, continúa aconteciendo en tantos instantes y momentos de luz de la historia y de la vida de los discípulos de Cristo, y d3 la vida de las Iglesias cristianas. Son instantes de presencia, de luz, de belleza, de amor plasmado y concentrado, de toma de conciencia de la acción y la transparencia de la gracia en tu vida, y en la de cualquier bautizado. Instantes de gracia que se dan en el Nombre de la Trinidad Santa, para poner en vida y en la historia la presencia de Cristo. Son los instantes, momentos de luz, que guian tus pasos y tu crecimiento en la fe, y que guían la vida de fe de la humanidad y de la Iglesia. 

VUELVE A BAÑARTE EN LAS AGUAS TORRENCIALES DEL BAUTISMO. Salmo 28: "Postraos ante el Señor. La voz del Señor sobre las aguas torrenciales. La voz del Señor es potente, es magnífica". Las aguas torrenciales del Jordán, y las del Bautismo, se comportan con la misma intensidad, que viene provocada por la presencia trascendente, por el presente eterno de Dios, que se actualiza en cada vida bañada en el agua y en la sangre del Cordero. El agua en la que se sumergió Cristo Jesús, es como el agua en la que te sumergieron a ti como bautizado. Esa agua, que te sitúa en el centro de la historia rompedora de tu pecado, es la fuerza tronadora de la voz de Dios, de su presencia eterna e instantánea, de su gracia que iluminó tu vida humana y te hizo experimentar la grandeza y la plenitud a la que estás llamado. Tú, bautizado, como Jesús, te postras, te humillas, te sumerges en las aguas de muerte, te sabes y sientes pecador, en la cola de los pecadores, y, a su vez, te dejas arramplar por ese instante de luz divina, de presencia excitante, que te lleva a gustar de la belleza y de la grandeza de tu llamada, de tu vocación, del Dios amante que te cambia radicalmente la vida. "Si vivimos, vivimos para el Señor. En la vida y en la muerte somos del Señor". En tu bautismo, Él te cambió la perspectiva, y en un instante te colocó ante la inmensidad del no-tiempo, del presente eterno, de la Vida de Dios, que transformó tus coordenadas, y te convirtió, como a Jesús, en Hijo Amado. Lucas 3:"Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto". 

NO DEJES PASAR ESTE DÍA SIN VOLVER A LA FUENTE BAUTISMAL. Recupera tu ser de bautizado, tu dignidad de hijo amado, rememora la experiencia de gracia que se te concedió aquél día, sin que te dieras, posiblemente, si eras un niño, cuenta. Pero se dió y permanece en tu ser, en la semilla que plantó en ti el Espíritu de Jesús, el retumbar de la voz del Padre: ERES MI HIJO AMADO. Sábete así. Siéntete así. Goza del instante de luz y de paz, que te dará el perforar tu corazón, y entrar a refrescarte en el Agua profunda de la Vida de Dios, que te cambió en hombre nuevo, en otro Cristo. Vívelo. Y sal a los caminos a continuar la tarea del Evangelio de Cristo, nuestro Señor. 

Antonio García Rubio.