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viernes, 3 de enero de 2020

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DOMINGO II DESPUÉS DE NAVIDAD


Eclesiástico 24: "He arraigado en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad." Nosotros no nos creemos un pueblo glorioso. Andamos pachuchos y de capa caída, pero sí nos sentimos una humilde heredad, arraigada en el Señor, al inicio del siglo XXI; un resto de cristianos, bautizados, plural, entusiasta, y capaz aún de realizar pequeños signos y prodigios.  Afortunadamente hemos dejado de ser una poderosa cristiandad, y hemos venido a ser un pueblo pequeño y sencillo, pero decidido a realizar las obras que Dios quiere y los pobres necesitan. Y aquí estamos.
Me encanta hablar de las personas que componen la Unidad Pastoral de cuatro parroquias y un colegio en el Barrio del Gran San Blas, en Madrid. Gozo con las personas que la componen, con gran diversidad humana y pastoral. Gente pequeña en un barrio de gente pequeña: obreros mayores, primeros pobladores del barrio hace sesenta años, provenientes de toda España; inmigrantes que buscan habitaciones humildes donde recostar sus huesos al llegar a Madrid; hermanos de raza gitana que alegran el barrio; parejas jóvenes que se asientan en las viviendas que dejan libres padres o abuelos que se van... Una preciosa heredad de Dios.
Salmo 147: "Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz." Cuando tenemos paz y buen estilo, o buen 'rollo', con los que nos rodean, somos capaces de vivir en una Navidad eterna. 'Navidad es cualquier día del año en que un hombre se acerca a otro hombre, y le trata como hermano'. Y ese es el gran objetivo: una Navidad eterna y pacífica. Paz en las fronteras. Las cuatro parroquias han puesto paz entre ellas y han derribado las fronteras. Y eso ha abierto las puertas a mil pequeños gestos de Evangelio y de solidaridad con toda la vecindad, desde los niños hasta los abuelos. La flor de harina son los laicos. Ellos, junto a las religiosas y un puñado de jóvenes, van cambiando la faz de este pequeño territorio, donde el mensaje del Evangelio comienza a caminar sin prisas, con sosiego y con un gran corazón.
Cuando la Iglesia se pone en salida, sabiéndose una comunidad unida y en comunión, como nos pide el Papa, comienza a crecernos un espíritu de sabiduría y revelación. Efesios 1: "El Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama." Al principio, ninguno sabía qué hacer, ni cómo hacer; pero, 'al andar se hace el camino', y resulta que todos van descubriéndose capaces de hacer lo que ni siquiera imaginaban. Al saberse llamados a trabajar a destajo por el santo Evangelio, que ha desborda el corazón personal y común, se iluminan sus ojos y también los de sus vecinos. Lo nuevo comienza a ser posible. Las voluntades se unen, el amor mutuo crece, las decisiones se hilan unas con otras, la comunión renace viva, los encuentros se multiplican, la sinodalidad, que pide el Papa, se hace realidad y la gracia corre por las calles, a borbotones de luz y tinieblas, y de fragilidades y corazones creyentes.
Estamos en tiempo de Navidad,  segundo domingo. Se están viviendo cosas importantes a final del año 2019 y al inicio de este novedoso 2020. Hay muchos retos por los que trabajar y rezar cada día. La vida social, política, económica es un verdadero hervidero que requiere mucha atención, interés y oración. Se nos da un largo año por delante. Y junto a nosotros, sin faltarnos nunca, está Cristo Jesús. Él ha venido para darnos el poder de ser hijos de Dios. Juan 1: "El mundo se hizo por medio de la Palabra, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre." Los que creemos en el nombre de Jesús, tenemos más poder sano y verdadero del que imaginamos. Y esta hora compleja de la humanidad, es nuestra hora. No importa que seamos pocos o pequeños. La pequeñez, incluso, puede ser el requisito imprescindible para que nuestras obras sean en verdad de Dios. Sólo se nos pide que confiemos y nos impliquemos. Y así, aparecerán floridos nuestros campos y nuestros huertos, y los veremos llenarse de buenos y copiosos frutos solidarios y fraternos.
Vamos concluyendo la Navidad. Hemos iniciado un año nuevo. Os felicito de todo corazón porque lo veamos y lo llenemos de paz y de bien. La vida pastoral está entrando en el momento central del curso; y el próximo domingo rememoraremos nuestro bautismo. Pon estos acentos:
1. Pon tus destrezas a rodar para que nazcan o renazcan comunidades cristianas. Favorece lo que une y crea comunión, y aparta lo que disgrega, enfrenta y separa.
2. Reúnete con tus hermanos para orar. Es lo más importante. La oración es la columna de sustentación de toda la acción pastoral, que nacerá con naturalidad si lo hace en esa fuente.
3. Sal a los barrios de la mano de tus hermanos de fe. Mézclate con la gente, con los pobres. No temas. Escucha.  ‘Siéntate en la mesa de los pecadores y los incrédulos’, que decía santa Teresita de Lisieux. Y haz lo que Él te diga, que dice Santa María. En el camino común, con tus hermanos, Jesús te enseña con su Palabra y sus gestos.

Antonio García Rubio.