Nota de nuestro redactor: Os recomiendo que según vayáis leyendo las palabras de mi gran amigo Antonio escuchéis la música de Vivaldi, os aseguro que estaréis muy cerca de los Cielos. jl
Juan 14. "Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él."
Estamos llegando a la cumbre de la Pascua y conviene hacer una parada más prolongada, más silenciosa, de esas que ayudan a crear hábitos nuevos y saludables. La Pascua nos llena de la sabiduría del Resucitado. Nos da el saber sobre la unidad de amor entre Jesús y el Padre, y la nuestra con Jesús; saber de una íntima y estrecha relación de amor que nos hace aparecer a nosotros como manifestación de Dios. Con Jesús Resucitado vivimos experiencias increíbles que nos deslumbran. Y que alumbran caminos sustanciosos, al desvelar la conciencia de nuestras esclavitudes.
'Más vale callar y ser', decía San Ignacio de Antioquía. 'Sólo aceptando el silencio podemos llegar a conocer nuestro verdadero espíritu, y sólo abandonándonos en la infinita hondura del silencio se nos revela la fuente de nuestro espíritu, en el que desaparece toda división y multiplicidad... Debemos afrontar con cierto azoramiento el caótico revuelo de una mente devastada por la exposición a trivialidades y distracciones' (John Main, Una palabra hecha silencio, p. 60-61.)
1 Pedro 3. "Pues es mejor sufrir haciendo el bien, si así lo quiere Dios, que sufrir haciendo el mal.
Porque también Cristo sufrió su pasión, de una vez para siempre, por los pecados, el justo por los injustos, para conduciros a Dios. Muerto en la carne pero vivificado en el Espíritu."
La clave está en aprender a sufrir haciendo el bien, como Cristo. Y hoy hemos de fijarnos en el sufrimiento esperanzador que supone prestar atención a lo que está sucediendo en nuestro interior. Porque es ahí, dentro de ti, donde se libra la gran batalla. ¿Cómo podemos nosotros, como Cristo, sufrir de una vez para siempre?
Me apasiona esta pregunta. Nos perdemos en trivialidades y distracciones. El poder nos tiene esclavizados con ellas. Y por mucho afán que tengamos en cambiar, al ser unas marionetas en sus manos, 'sometidos a trivialidades y distracciones' nos vencen con facilidad. Hemos de mirar a Cristo y su espectacular silencio en la gran prueba. "Y Jesús callaba". Aprender a callar. Aprender a silenciar. Ante el poder de tantas armas y herramientas de sometimiento y esclavitud en sus poderosas manos, sólo nos queda el silencio. El arma más humilde. Aquella que no nos podrán arrebatar. Los dos reales de la viuda en el templo, la piedra y la honda de David, el sí de María, la cruz de Cristo. Sólo nos queda un silencio regenerador. Aprender a sufrir en silencio y mediante el silencio. A prender a vivir en el silencio. En la catacumba del silencio. Fortalecerte en tu silencio y en el de tu comunidad creyente. "Muerto en la carne, pero vivificado en el Espíritu".
Hechos 8. "Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría."
Algo nuevo está sucediendo en este siglo XXI, perplejo y atascado. Hemos de abrir bien los ojos. No está todo mortecino. Están creciendo nuevos profetas que recuperan viejas tradiciones dormidas en los desiertos áridos de la historia del Evangelio y de la Iglesia. Se bebe en la mística silenciosa, en los Padres del Desierto, en la gran tradición fundamentada en la repetición del Nombre de JESÚS. Se vuelve al uso del instrumental más simple y humilde para combatir a lo más poderoso. Hay una parte de los cristianos que desde el silencio están viendo como la ciudades se llenan de alegría. Y muchos signos de esperanza están renaciendo. El Resucitado hace maravillas con su pueblo.
"Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo."
La mano que Dios nos impone es Jesús. Las manos de Jesús son hoy los nuevos cristianos que están renaciendo con una fuerza reveladora. La mano de Dios está hoy en repetir respirando, silenciado y compartiendo en pequeñas comunidades el Nombre de Jesús. Como nuevos peregrinos de todos los pueblos de la tierra nos encaminamos, de la mano de Jesús, a una increíble renovación espiritual y eclesial. Los caminos son múltiples y variados, pero es tiempo de abandonar lo viejo y construir lo nuevo.
Como le sucedió a Jesús y a tantos renovadores tropezarán con muchas resistencias. Pero 'conviene obedecer a Dios antes que a los hombres'. El Espíritu está hablando con mucha fuerza.
Estamos en lo alto de la Pascua. Y conviene parar. Callar. Silenciar. Trabajar cada día en lo secreto con el Nombre Cristo Jesús. Desterrar las trivialidades y distracciones. Apartarnos de la esclavitud inane, corrompida y destructora de los poderes de este mundo. Orar en secreto a nuestro Padre. Y todo eso, sin dejar de servir a los enfermos, los pobres y los desesperanzados. Ahí, en lo secreto, se nos manifestará la fuerza del Espíritu del Resucitado. Sigue intentándolo. Es el camino.
Y un ejemplo. Esta es Puspa. Tenía 12 años cuando fue vendida: “Fui vendida cuando tenía 12 años a un burdel de Bombay. Me maltrataban. Me torturaban. Perdí la movilidad en un brazo. Me contagiaron el SIDA. Quizás mis padres me estén buscando, pero nunca podré encontrarles. No sé de dónde vengo. Era demasiado joven cuando me vendieron como para recordarlo”. Personas sufrientes como Puspa, a la que nos han mostrado en los medios estos últimos días, se merecen unos cristianos libres, auténticos, profundos, verdaderos, místicos, sabios, llenos de fe, reflejo de Cristo, misericordiosos y con una gran visión de futuro. Que muestren que Jesús vuelve a ser el camino para una nueva fraternidad, donde se integren todas las Puspas de la tierra.
Antonio García Rubio. Es párroco de Nuestra Señora del Pilar en Madrid.