Gente de fe sincera ve con pesar a los rectores de la sociedad favoreciendo proyectos decadentes y sin armonía. Avanza el criterio de aniquilar o hacer desaparecer al contrario. Así, dicen, se solucionan los problemas de la sociedad. Muchos se creen los buenos, como en las películas, y a los otros se les considera los malos, la ‘escoria'. Maniqueísmo. Espiral de violencia. Inconsciencia. Corrupción e hipocresía. Modo "caduco" de ser y vivir. Así no habrá nunca solución al llanto y al dolor de tantos. Cada opresión-represión y opresión trae respuestas violentas. Miremos la historia. El mundo está sometido a una rueda implacable de odio y destrucción, incluso atómica, como denuncia el Papa Francisco.
Es legítimo que desde la confianza en el Buen Pastor, nos preguntemos: ¿Amanecerá una generación capaz de reconocer que 'el trigo y la cizaña' están en todos? ¿Seremos sinceros para reconocer que podemos caer en los mismos errores de los "caducos"? ¿Amanecerá una generación capaz de desmontar injusticias y opresiones con radicalidad, y, a su vez salvando a las personas? ¿Cambiará ese modo de ser y de pensar "caduco"? ¿Amanecerá una nueva generación de hombres y mujeres libres, trasparentes, capaces de anteponer el bien común a sus intereses, sectarismos y prejuicios maniqueos. Nadie es bueno. Nadie es malo. Todos somos buenos y malos. Todos estamos condenados o predispuestos a entendernos. Pidamos y trabajemos para que desaparezca el tiempo de los asalariados del poder corrupto y del resentimiento, y amanezca un tiempo nuevo: el del Buen Pastor, y los saneados pastores o conductores de una nueva humanidad.
Hechos 2: "Al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías". Al oír esto, se les traspasó el corazón, y preguntaron: '¿Qué tenemos que hacer, hermanos?' Pedro les contestó: 'Convertíos y sea bautizado cada uno en el nombre de Jesús, el Mesías, para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo'".
Jesús, que murió víctima del mismo imperio "caduco" que sigue gobernando el mundo, te traspasa hoy, también, tu corazón oprimido. ¿Qué has de hacer?
Lo primero, convierte tu corazón. Lo segundo, báñate, o vuelve a bañarte, en la Fuente del agua viva: Jesús, a quien Dios ha constituido Señor. Y llénate, e imbúyete de Espíritu Santo. Él lo cambia todo, empezando por tu mente y la de tu hermano. 1 Pedro, 2: "Con sus heridas fuisteis curados. Andabais errantes como ovejas, pero ahora os habéis convertido al pastor y guardián de vuestras almas." Él sana. ¿Llevas tiempo errante y atascado en la violencia y el odio? Enfoca tu vida a tu Pastor y Guardián.
Son innumerables las víctimas de este tropiezo eterno en la misma piedra del odio y la violencia, de este mundo dividido en "buenos y malos". Incontables. Al final, todos dañados, amordazados, recelosos ante los otros, con miedo, violentados, incomunicados, incapaces de pedir auxilio y ayuda, muriéndonos de incomunicación, de desconfianza, de búsquedas individualistas. El cambio no puede ser para más de lo mismo. "Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante". Esta Palabra te remueve por dentro y te hace caminar con pasos lentos en su búsqueda. Estás llamado a salir fuera del injusto y reiterado sistema que trae la ruina. Esa es la voz que has de escuchar. La que te conduce a pastos nuevos, a verdes praderas, a Reinos nuevos, alejados de los viejos y caducos imperios. Escucha lo que te propone: "Las ovejas atienden a su voz, las llama por su nombre y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz."
En este domingo no puedo dejar de orar por tantos hermanos que viven su drama personal sin horizontes de salida, como una oscuridad carcelaria y opresiva dentro de sí mismos. La amistad y la fe compartidas con un matrimonio amigo, que ha perdido a su única hija de 25 años, en un suicidio, me alerta sobre el mal indirecto que esta sociedad, podrida e incapaz de generar auténtica comunicación entre las personas, está generando en muchos de sus hijos. No son pocos los que acaban derivando el agua podrida de su incomunicación hacia enfermedades coronarias, cancerígenas, mentales o, cuando lo más lóbrego se adueña de la mente y de la vida, hacia tendencias suicidas. Nadie habla hoy de los suicidios. La sociedad calla, teme, cuchichea. La prensa guarda silencio sobre el exagerado número de personas que intentan el suicidio o lo acaban ejecutando. Muchas más muertes que el alcohol, que la droga, que el tráfico... Y la respuesta es el silencio. Cuando la respuesta tendría que buscar ayudas precisas para afrontar la angustiosa incomunicación. Necesitamos practicar la escucha, aprender a comunicar, a observar y a escuchar. Estar atentos y alertas ante quien siente que le ronda y le tienta la muerte. Aprender a manifestar y a acoger las tendencias ocultas, vergonzantes y sufrientes como algo propio de los seres humanos, que andamos rotos y enfermos.
Celebra la Resurrección. Abre con Jesús una puerta de esperanza a la humanidad. La sociedad caduca la necesita. Esa que te recluye en tu individualismo, y te hace pudrirte y hundirte en el abismo de un dolor cegador e insoportable, que es dolor de todos. Juan 10: "En verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos." Nuevos pastos te esperan y podrás compartir si te conviertes y cambias de vida.
En primera fila están los más ignorados, los que rezan en su gran angustia al no ver salida para su enfermedad profunda, y sólo ven a la muerte como amiga y escapatoria. Necesitan de ti, de tu escucha, atención, comunicación; necesitan del cambio profundo y auténtico de nuestra sociedad "caduca", de nuestra Iglesia demandada de conversión. Si esto cambia, si lo cambiamos en verdad, podrá haber vida y vida abundante para todos. Escucha al buen Pastor. Movilízate. Comienza por generar comunicación, escucha atenta, agua que corra en libertad. No más aguas contaminadas, podridas, corrompidas, enfermas, opresivas. De la mano de Cristo está naciendo lo nuevo. ¿No lo ves? Ayudémonos. Pues como subraya el Salmo 22: Su bondad y su misericordia te acompañan todos los días de tu vida. Te queda mucho por andar y cambiar desde hoy con tu comunidad de amigos y hermanos
Antonio García Rubio. Es párroco de Nuestra Señora del Pilar en Madrid.