Salió a la calle con miedo a sí mismo. Estaba tan rendido a lo de siempre, a sus rutinas y manías, a sus prejuicios e ideología, que no quería sacudirse esa comodidad y seguridad, y más en un mundo tan oscuro como la noche silenciosa y dolorida de su barrio. 'Mejor lo malo conocido', se decía.
El año nuevo estaba a punto de nacer, faltaban apenas tres horas. Pero él huía de la hipocresía de los convencionalismos sociales y familiares. Se tropezó con un habitante de la calle, que carecía de sano juicio y le dio las buenas noches, que fueron correspondidas.
Y le asaltó una sola duda: "¿Desconfías?", se preguntó. "Es mi mayor pecado. Si fuera capaz de saltar por encima de esta desconfianza que me asalta y corroe ante cada historia o ante cualquier persona. Eso sería todo un logro".
Continuó su caminata. Y oyó que una voz interior le decía: "Confía y empezarás a ser un hombre nuevo; mirarás a tus compañeros de camino con gracia, iluminadamente".
Y así escuchó atónito otras palabras. Su respuesta fue una sonrisa serena que le brilló en los ojos.
¿Feliz año? ¿Por qué no puede serlo en este tiempo tan fatídico?, se preguntó.
Y de regreso a casa, respiró y se habló: "Qué bueno sería confiar, confiar como un niño en los brazos de su padre, que le ama y proteje. "Lo intentaré", se dijo con una cierta convicción.
Feliz año nuevo, amigos queridos. 2022.
