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sábado, 6 de abril de 2019

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V DOMINGO DE CUARESMA.


Millones de vidas, ante el peso insufrible que soportan por el hecho de haber nacido, no tienen capacidad para reconocer que Dios ha estado grande con ellas. Caminan por el mundo como si fueran oprimidas por una especie de maleficio del que no pudieran liberarse, por una mala suerte que les persiguiera allí donde se encuentren. Como creyentes, tenemos la certeza de que nadie debería resignarse de esa manera. Ningún hijo de Dios debería violentarse o ser violentado de ese modo. Pero es verdad lo que ven nuestros ojos: gentes que crecen desde niños con el oprobio de no poder salir nunca de situaciones de extrema pobreza, de miseria y de exclusión. Caminan como zombis a los que ni siquiera contemplan ni miran sus prójimos. Son personas a las que ni siquiera se les permite sembrar y mucho menos, cosechar. Y el Salmo 125 canta: "El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares."
En medio de los no-caminos de la historia que vivimos, con horizontes cerrados, encontramos en nuestra tradición palabras que nos emocionan, conmocionan y empujan a salir de la opresión: Isaías 43: "El Señor, abrió camino en el mar. No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?"
No estamos solos. A los poderes de este mundo les atrae sobremanera hacernos invisibles e individualizarnos; hacernos creer que no somos nadie y que estamos solos y abandonados. Pero no es verdad. Somos dignos hijos de Dios y estimables hermanos entre nosotros. Y somos convocados cada día por Cristo a salir de la cárcel de este individualismo cerrado y destructivo. Su Espíritu nos abre puertas a su conocimiento y a un cambio de óptica, al abandono del juicio destructor, y al inicio de una conversión radical. Filipenses 3: "Todo lo estimo pérdida, comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él." Perder lo que no es, lo que lleva al mal, para ganar lo que es, lo que libera, perdona, ama y nos da nuevas alas y oportunidades.
El relato de la mujer adúltera es otro de esos textos evangélicos cuaresmales que nos enseñan a mirar con los ojos de Dios. Mira y contempla: Juan 8: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras: tú, ¿qué dices? Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Y les dijo: 'El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.' E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos, hasta el último. Y quedó solo Jesús, y la mujer en medio, de pie. Jesús se incorporó y le preguntó: 'Mujer, ¿dónde están tus acusadores?, ¿ninguno te ha condenado?' Ella contestó: 'Ninguno, Señor.' Jesús dijo: 'Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.'"
En silencio, contempla esta escena. Y mira con el amor y la misericordia con que mira Jesús:
1. Jesús, en una sociedad patriarcal, defiende con grave riesgo para su vida, de modo incondicional, a una mujer a punto de ser dilapidada. ¿Acaso tú desprecias, detestas, violentas, ridiculizas o condenas a los que no piensan o se comportan como tú? 
2. Jesús pone en evidencia que todos somos pecadores y que nadie está por encima de nadie. ¿Te sitúas tú por encima de los demás?
3. Jesús ni juzga ni condena a la mujer. Y te invita a que hagas lo mismo. ¿Qué tipo de juicios emites cada día? ¿Difamas a los que consideras tus enemigos cercanos o a los políticos?
4. Jesús se inclina y se agacha por debajo de la mujer. Le deja a ella el protagonismo de la escena. La ensalza como consecuencia de su pobreza y de ser condenada injustamente por los que se creen moralmente superiores a ella. ¿Alguna vez has considerado la posibilidad de humillarte delante de los demás? ¿Te has agachado para servir al otro o para ponerte a su altura o por debajo de él? ¿Buscas tu conversión de la mano de Cristo, y a su servicio?
5. Jesús invita con amor a  orientar la vida por caminos que se alejen del pecado. El que lo hace, reconoce que "Dios ha estado grande con nosotros", como lo estuvo con la adúltera. ¿Moverías ficha en esta Cuaresma, te acercarías más a Dios y te alejarías de una vida que no sea conforme a su Amor?


Deja actuar a su gracia, que "vale más que la vida". Ella te guiará con paz. Y tú, busca la reconciliación. Empieza de nuevo.
Antonio García Rubio.