El Adviento es bueno para poner a cada uno en su sitio. Si contemplas el Universo, y tomas conciencia de su grandeza, infinitud y hermosura, quedas atónito y sientes pequeñito. Pero si lees informes sobre el cambio climático, la acumulación de gases o el deterioro ecológico, te echas a temblar ante la ignorancia y maldad que aportan el orgullo, la prepotencia y la ansiosa y perversa ambición de personas tan pequeñas y tan peligrosas. Rubem A. Alves, en 'Hijos del mañana' (Sígueme, 1976), advertía, poética y proféticamente, que a esta sociedad poderosa, técnica, manipuladora y acopiadora de tanto poder, le sucederá como a los dinosaurios, que desaparecieron del Planeta, víctimas del gigantesco poder acumulado en su propio cuerpo.
Pero, el Adviento nos ayuda a mantener la esperanza. "Mirad, dice Jeremías 33, que llegan días, en que cumpliré la promesa. Suscitaré un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra." Y llega el Esperado de los Tiempos. Los bautizados iniciamos el Adviento, que culmina en la Celebración de su Nacimiento en nuestra carne y conciencia. Hace años que José Luis Cortés lanzo su: ¡Qué bueno que viniste! Pero, ¿qué queda de Él y su Palabra? ¿Qué queda del don y testimonio más cuerdos recibidos por la humanidad a lo largo de los siglos?
Contempla la confianza de Dios hacia el hombre. Resulta increíble. Salmo 24: "El Señor se confía con sus fieles y les da a conocer su alianza." Cuesta creer en un Dios tan confiado en un hombre con instinto cainita y capaz de tratar a su Hijo como una víctima más de su intolerancia y su corrompido poder. Y, a pesar de todo, confía en nosotros, en ti y en mí. Y eso reconforta, sosiega el corazón y devuelve una esperanza inquebrantable: nunca nos abandonará. Hemos aprendido que sólo Él tiene el poder de hacer que amanezca y de que cambie el corazón, la mente y el alma de la humanidad. Y eso a pesar de las arbitrariedades y errores significativos del hombre y de los líderes y poderosos del mundo. Atónitos y escépticos, los pobres ven desfilar a miles de poderosos que, con sus argucias y engaños, y poseyendo incontables medios, son incapaces de solucionar su sufrimiento y tantas injusticias. La esperanza está oscurecida.
En Lucas 21 se dan recomendaciones para mantener viva la esperanza de los humildes. Y no olviden los poderosos que tarde o temprano habrán de entregar la vida. "Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación". No confiéis en el barro, ni os dejéis arrastrar por negros pensamientos. Eso quieren. Así pretenden deprimirnos, enfermarnos y manejarnos. Pero tú: Levántate. Ponte en pie. No te dejes avasallar ni esclavizar. Lo que sucede es anuncio de esperanza, libertad, sanación y liberación. "Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza." En pie. "Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida."
Vive el Adviento como hijo de Dios: mantente atento a la Palabra; despierta con paz y pacificando; sé austero y aprende a vivir con lo esencial; sé alegre, sirve y sana alma, corazón, cuerpo y heridas de tus compañeros de peregrinación; no embotes tu mente con malos hábitos; si, estás esclavizado por ellos, lánzate con fe a la aventura de abandonarlos con ayuda de tus semejantes; si te encuentras ahogado o agobiado por el peso de tus dolores, enfermedades, injusticias, divisiones y penurias económicas o humanas, yérguete con dignidad, levántate de tu postración; y, en el nombre del Señor, vuélvete a colocar en tu lugar, en esta sufrida carrera de fondo, en esta peregrinación amenazante, pero maravillosa que es la vida dada.
Tienes mucho por cambiar en ti y en tu comunidad. Estás en la pista de salida de un camino de autenticidad, generosidad, fraternidad y restablecimiento de la justicia y la paz para todos. Estás a las puertas del Reino. Ponte en camino. Da la mano a tus hermanos en la fe y a todo hombre de buena voluntad. No hagas excepciones. Camina al encuentro de Jesús que viene a renacer de nuevo en el corazón de tu familia, de tu comunidad, en el tuyo. Ves mujeres embarazadas, niños recién nacidos, jóvenes que quieren desarrollar sus capacidades, parados que quieren trabajar, excluidos que quieren participar, gente de la calle que necesita un hogar, ancianos que anhelan cariño, enfermos que piden sanar, deprimidos que buscan la alegría. Es Adviento. Es tiempo de esperar y de trabajar para que todo pueda cambiar. Eres pequeñito y es hora de volver a casa. Él está a la puerta. Mira que te llama y quiere contar contigo.
Y como colofón, Pablo: "Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos. Y que así os fortalezca internamente, para que, cuando Jesús, nuestro Señor, vuelva acompañado de todos sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante Dios, nuestro Padre."
Antonio García Rubio.