Desde el pasado 19 de junio, Sébastien Roubinet, junto a Eric André y Vincent Colliard, afronta un desafío sin precedentes: cruzar el océano Ártico, atravesando el Polo Norte a vela, sin motor y sin asistencia. Una travesía de 1.1750 millas (3.000 kilómetros) entre Alaska (Estados Unidos) y la isla de Spitsberger (Noruega). Un duelo contra las inclemencias de tres meses de duración, surcando aguas gélidas y hielo.
Roubinet lleva casi una década trabajando en esta aventura. Ya lo intentó en 2011 y 2013, pero fracasó en ambas tentativas debido a problemas técnicos y, luego, a unas condiciones meteorológicas infernales. La primera semana de la actual expedición, iniciada en el río Sagavanirktok, ha servido para recordar a los tres tripulantes la dificultad de la empresa: después de cinco jornadas el equipo decidió permanecer varios días en una isla a la espera de mejores condiciones para la navegación. El escenario todavía es un caos de hielo, con placas escarpadas y arduas de superar, así que esperarán unos días a que el verano ártico allane un poco el camino.