Puedes preguntarte a quién ves cuando ves, oyes o percibes la presencia de Jesús. Algunos de los suyos creyeron ver un fantasma en la noche. Otros vieron en la cruz a un impostor. Otros exigieron para creer, ver y comprobar por su propia ciencia. Algunos le vieron como un comilón y borracho. Otros vieron a Elías, Jeremías o uno de los profetas. El sumo sacerdote le vio como el chivo expiatorio. La Iglesia le ha visto a través de bellas imágenes del Evangelio: El Buen Pastor, el Agua viva, la Vid, el Pan de la vida, el Camino, la Palabra, la Verdad, el Hijo de Dios, el Fermento, el esperado de los tiempos, el Mesías, el nuevo Adán, la Luz, el Señor, el Resucitado, el Amado, el Amigo. Él se tituló así mismo como 'el hijo del hombre'. Daniel 7: "Mientras miraba, vi venir como un hijo de hombre. Le dieron poder."
En el centro mismo de su ‘no-poder’ y su atractiva pobreza, Jesús sí esconde un poder diferente; en el corazón de su ‘ser uno de tantos’, ‘uno más en la cola de los pecadores’, un tentado más, o de su sencillo y humilde peregrinar, o de no tener un lugar donde reclinar su cabeza, Jesús guarda un poder indecible, que ningún hombre podrá soñar con alcanzar por sí mismo. "Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin."
El Salmo 92 recalca la cuestión del poder del rey: "El Señor reina, vestido y ceñido de poder." Y continúa con un verso que te encantará: "La santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término." Su santidad, para la que te pide tu entrega y adhesión, no es la de un poderoso disfrazado de pobre, ni la de un beato bobalicón ni la de un farsante o un hipócrita que vende trozos de cielo, ni la de un actor o un modelo de pasarela que exhibe su ego arrogante. Su santidad no es la de la apariencia que denunciaba el dicho clásico: 'De dinero y santidad, la mitad de la mitad'. Jesús posee una santidad que emana de sí, de la Fuente Trinitaria, de su Padre, del que es su Hijo Amado y que envuelve su persona, y a cuantos Él habita y a cuanto toca. Es una santidad que se actualiza en Él y se extiende a todos. Es la santidad del testigo, del que testifica lo vivido, lo experimentado, lo auténtico, lo que es. Sólo del Santo puede decir el Apocalipsis 1: "Gracia y paz de parte de Jesucristo, el testigo fiel. Aquel que nos amó, nos ha librado. Todo ojo lo verá.” Hablemos del testigo de la verdad. Así nos entenderemos todos.
La palabra rey, que Jesús acepta para sí mismo, está hoy salpicada de suspicacias políticas. Juan 18: "Pilatos le dijo: 'Conque, ¿tú eres rey?' Jesús le contestó: 'Tú lo dices: soy rey.” Pero, no mezclemos a Jesús con los juegos de tronos y de poderes de este mundo. El llamado por la Iglesia en esta solemnidad: ‘Rey del Universo’, renunció a ser rey, cuando quisieron hacerle rey tras la multiplicación; y, en el momento clave y esencial de su vida, se la jugó y la expuso a una muerte segura y violenta en la cruz, al renunciar al uso de la fuerza y la violencia contra los otros, incluidos sus enemigos y agresores. Día a día, el 'rey Jesús' nos descoloca. Siempre lo hace. ¿Lo comprenderemos algún día? ¿Seremos capaces de adherirnos a Él de tal manera que seamos santos como Él? Él mismo nos aclara su reinado: “Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz."
Aquí tienes, hermano bautizado, el meollo de tu fe, en la que estás fundamentado desde tu bautismo, en el que creces como el sarmiento que eres, nacido y brotado de la Vid, del Testigo de la verdad, que es Jesús. Y esta es tu misión: Escuchar su voz y ser, como Él, testigo de la verdad. Lo que te supone conocer y vivir al hombre, al crucificado, al enfermo, al pobre, al herido, al trabajador, al que busca el bien y la paz, al que tiende puentes y al profeta, al maestro, al auténtico creyente. Sé tú un testigo. Para eso has venido a este mundo.
El padre Toño Casado, hoy en boca de todos por el estreno del Musical 33, con el que ha soñado dar a conocer la verdad de Jesús al hombre líquido y apartado de la fe cristiana, se convierte en un referente del discípulo que es testigo de la verdad de su Maestro. Los lenguajes para hablar de Cristo han de ser los propios de los que hoy peregrinan los caminos de esta Tierra contaminada. El formato de Gran Musical es uno de ellos. Y el padre Toño, que vive para ello, y lleva años empeñado en hacerlo posible, audible y visible, nos lo demuestra. La fidelidad del testigo y su tenacidad, llevado de la mano del Espíritu y de tantas manos como le han ayudado y torpedeado, nos entrega al fin una preciosa herramienta de evangelización. Ojalá aprendamos de su intuición, saber y pundonor para manifestar la fe.
“Dice el Señor Dios: 'Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso.'" Cuánta paz sobrevuela y descansa en tu alma al escuchar y encontrarte con este Testigo humilde la Verdad. Ponte las pilas. Da testimonio de Él y con Él entre tu gente.
Antonio García Rubio.