Alza tus manos limpias. 1 Timoteo 2: "Recen en cualquier lugar alzando las manos limpias de ira y divisiones." Manos limpias que muchos anhelamos. Recuerdo las lágrimas de uno de mis amigos y compañeros de juventud, que a menudo, mirándose las manos, me decía entre sollozos con pasión y tristeza en el alma: "Antonio, cuando me encuentre con el Señor, mis manos estarán sucias y vacías". Y, ¿cómo puede un pecador de manos impuras, librarse de la ira y las divisiones? Esta es la respuesta que atisba el hombre de fe:
1. Anhela y pide la libertad de los pájaros que vuelan y hacen piruetas en los cielos.
2. Contempla la bondad de la naturaleza que, en el buen tiempo, ofrece generosamente sus frutos, sin mirar quien los aprovecha.
3. Imita humildemente a san Francisco de Asís cuando en 1218 se presentó ante el Sultán Malek-al-Kami, durante la Quinta Cruzada, en la defensa de Damieta, o ante el enfurecido lobo de Gubbio, con el hábito raído y la sonrisa de hermano en el rostro como únicas armas para favorecer la paz.
Las manos limpias nacen, como fuerza que despierta el Espíritu, en corazones limpios, sinceros y veraces ante Dios; y reviven en los pequeños, insignificantes y constantes gestos de servicio de la vida cotidiana. "Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad." Salvación y conocimiento son dados en Cristo Jesús, si los pedimos. Y, se nos dan, "pues Dios es uno, y uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos." Cristo es el artífice de las manos limpias. Solos no podemos. Cristo nos hace partícipes de su poder. No lo dudemos. Su poder se nos da para el bien de todos. No nos cerremos en nosotros mismos. Antes de encerrarnos en nuestra propia carne, es preferible correr como locos pos las calles.
Ese poder nos capacita para rezar hoy, unidos a la Iglesia peregrina, el Salmo 112: "Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre. El Señor levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes de su pueblo." Esta es la misma certeza del amor incondicional de Dios por los desarraigados y por la paz que manifiestan tanto el reciente viaje a África del Papa Francisco, como el Encuentro de las Religiones, Paz sin Fronteras, que ha reunido esta semana en Madrid a 300 líderes religiosos y sociales. Y es la misma certeza que brota limpia por nuestros labios y manos. Y, aunque reconocida humildemente por los hombres y mujeres pecadores que somos, sin embargo, nos levanta unidos en la celebración dominical. Manos limpias, y cosidas, como lo están nuestros corazones a Cristo y a los pobres.
Pero no olvides lo que consiguen las manos sucias, que andan llenas de robos, rapiñas, ambiciones y opresiones. Manos usureras y tramposas. Amós 8: "Usáis balanzas con trampa, compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias. Jura el Señor que no olvidará jamás vuestras acciones." Horroriza ver tantas injurias e injusticias, arbitrariedades y maldades refinadas y presentadas entre sonrisas de felicidad. Observa como inducen a la esclavitud del juego a los jóvenes y a los pobres sin recursos, para robarles lo poco que tienen, y maniatarles de por vida. ¡Miserables! Así esclavizan a unos y otros. Pero Dios nos conoce y no duerme. Lucas 16: " Si no fuisteis de fiar en el vil dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Ningún siervo puede servir a dos amos: porque o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero." Ojo con caer en las redes del mal.
1.- Existen muchos hombres religiosos que pretenden desviar la atención sobre el verdadero mal del mundo. Y crean culpabilidades enfermizas e infantiles sobre lo que no es.
2.- Dios observa detenidamente a los que se venden y se convierten en defensores de los ambiciosos y los amos del mundo. Y nos alerta sobre cómo se nos puede colar el mal.
3.-Ten cuidado. Sé fiel a Jesús y su Evangelio. Eres su amigo, testigo y profeta del bien y del amor. Mantén tus manos limpias.
4.- No te equivoques ni confundas. No caigas en la tentación de hacer pasar por bueno el verdadero mal, que es el amor interesado al dinero. En él se manchan las manos.
5.- Si puedes, aleja de los pequeños y de los pobres la ira y la violencia provocadas por el dios dinero, el dueño del mundo. Y, si pones tus manos encima del altar, sé sólo un servidor de Dios y de una nueva humanidad, fundamentada en el diálogo, el encuentro y la justicia fraterna.
Antonio García Rubio.