¿Qué pasará por la mente de Dios con relación a tu vida? ¿Lo has pensado alguna vez? ¿Te ha ocupado algo de tiempo el hecho de preguntarte o, mejor, preguntarle a Dios por tu vida? ¿Qué tendrá soñado Él para ti? ¿Qué te aportará el hecho de ser un 'bautizado'? Isaías 42 escuchó un día en su corazón: "Te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas." ¿Crees posible que también Dios te pueda hablar a ti de un modo semejante? ¿Podrías escuchar de sus labios que te ha formado y te ha hecho luz para la gente que te rodea, como Isaías? ¿Te estará llamando para que abras los ojos de los ciegos, los que han perdido la fe, o para que saques de las mazmorras a los que están atrapados en la más oscura noche por las heridas y el sufrimiento? ¿Piensas que Dios, a ti, te podría hacer una propuesta semejante? O, ¿acaso ya te la ha hecho? Y, si es así, ¿se lo has comunicado a alguien? ¿Lo has compartido con otros, o estarías dispuesto a hacerlo? Vuelve alguna vez a estas preguntas. Te ayudarán. Rézalas en silencio.
Ya está bien de preguntas. Ni una más. Soy un cansino. Sin embargo, ahora, déjate ganar por el Salmo 28: "La voz del Señor sobre las aguas, el Señor sobre las aguas torrenciales. La voz del Señor es potente, la voz del Señor es magnífica." Esa magnífica su voz sobre las aguas. Su voz sobre las aguas de tu vida. Su voz, como una paloma, sobre el agua del Jordán en el bautismo de su Amado Hijo. Su voz sobre el torrente maravilloso del agua de tu bautismo cristiano, cuando apenas eras un niño. Su voz cada día sobre tu persona, sobre tus cabellos, sobre tus espaldas y tu corazón, sobre tu fe y tu amor desparramado. Mateo 13: "Y vino una voz del cielo que decía: 'Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto'". Hoy Dios dice lo mismo de ti. Hoy, tú, hermana, hermano, bautizado en las aguas torrenciales del santo bautismo eres el hijo amado, el predilecto. Él entonces te curó, sanó, salvó, liberó, iluminó y santificó. La Palabra vino a los suyos, y a cuantos les recibieron les dio el poder del amor. Como bautizado, estás en este mundo para amarlo, es decir, para cambiarlo, para que renazca la esperanza oscurecida de tanta buena gente, que no entiende el motivo de su paso por esta tierra; ni el hecho de tantos atrapados por un sistema económico en el que prima al dinero y no a las personas a las que se les ha robado o hipotecado su futuro. Y no somos pocos.
Hechos 10: “Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él." ¡Pasar haciendo el bien! Así se dice de Jesús, y así se podrá decir de ti.
1.- Antes, recupera tu dignidad de bautizado, de hijo de Dios, de ungido con el crisma de la salvación. ‘La cosa empezó en Galilea’, y hoy, esa misma y amorosa cosa, está presente en Huelva, en Caracas, en Cabo Verde en Camboya, en Nairobi y en San Blas, en Calcuta, en Roma o en Santiago. En ti, en mí y en todos nuestros compañeros bautizados. ¡Haz el bien! Cambia el mundo. Abandona prejuicios y violencias. Construye la paz. Crea ambiente comunitario. 'Ama y haz lo que quieras', que diría San Agustín. Eres un bautizado, un hombre libre, un amado.
2.- Mateo 13 lo recalca en la Fiesta del Bautismo del Señor: "Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él." Deja que el Espíritu Santo se pose y repose en ti. Vuele a darle la oportunidad para hacerlo en tu vida u en la vida de los que te rodean. Hazlo en el Marco de la Eucaristía; o en el momento de entrar en la iglesia, al tomar el agua bendita para humedecer tu frente, visualizando y rememorando el agua torrencial de tu bautismo. Que el Espíritu respire en tu ser bautismal y urda novedades para todos, para los pobres, en favor del bien, de la paz, de la justicia y de la solidaridad.
3.- Y, sal de las aguas mansas o estancadas. En ellas se recoge tu pasado, tus heridas, tus rencores, tus seguridades. En ellas mantienes tu ser y tu estar adocenado, acostumbrado, aburguesado, maniatado a tu pecado, a tu dinero, a tu parálisis, a tu desazón, a tus miedos. Sólo a Dios, que te devuelve la dignidad de hombre y de hijo, podrías temer. Pero Él no te quiere temeroso, sino que sueña y anhela en ti a un hombre, una mujer, libre, audaz, capaz de renovarlo todo con la bravura experimentada, conmovedora, de las aguas galopantes que como don del Espíritu, se unieron a ti mismo. Y entrégate dándolo todo por amor a Él, por amor a tu pueblo, a tu Iglesia, a los enfermos, a tus vecinos, a la gente que se pregunta por su fe, a los que están dentro de una oscura nube de desesperanza, a los que están perdidos.
Antonio García Rubio.