El martes escuchábamos en este programa un testimonio impactante, pero, más aún que impactante, importante. Un representante de los sanitarios a los que hemos aplaudido con emoción desde los balcones, a los que se les ha concedido el Premio Princesa de Asturias, a los que hemos elogiado todos sin excepción, explicaba con gran realismo los terribles momentos que han vivido, la situación en la que se encuentran, físicamente exhaustos y con carencias materiales operativas muy serias que nos hacen vulnerables ante un eventual segundo ataque del coronavirus o ante cualquier otra gran emergencia.
Sus palabras impresionaban porque hablaba con el corazón pero también con las tripas, orgulloso de su trabajo pero rabioso por lo que se teme, que el agradecimiento ciudadano no quede en nada, no se traduzca en hechos. Tratar su testimonio como impactante sería someterlo a las reglas del canibalismo informativo vigente, ese que dice que las noticias son de usar y tirar, caducidad en veinticu
Sus palabras impresionaban porque hablaba con el corazón pero también con las tripas, orgulloso de su trabajo pero rabioso por lo que se teme, que el agradecimiento ciudadano no quede en nada, no se traduzca en hechos. Tratar su testimonio como impactante sería someterlo a las reglas del canibalismo informativo vigente, ese que dice que las noticias son de usar y tirar, caducidad en veinticu