A través de las películas, los telefilmes, las series... se han incorporado a la normalidad de nuestra vida cotidiana las pistolas, las ametralladoras, las explosiones, los asesinatos, los secuestros... etcétera. Comemos, cenamos y vivimos rodeados de tal cantidad de violencia que seguramente hemos debido perder algo de sensibilidad en relación a lo que la violencia significa.
Lo mismo puede ocurrir con el mundo de las cloacas policiales y el juego sucio de la política, porque son argumentos recurrentes, casi tópicos de la ficción. Uno ve al cabo de una semana tal cantidad de policías y políticos corruptos compinchados en los complots más sofisticados, que en lugar de hacerlos más repugnantes ante nuestros ojos, aparece como parte de los usos y costumbres de las sociedades modernas.
Nada tengo que oponer a estas producciones, por supuesto, muchas de ellas son verdaderas obras maestras. Pero sí creo que la gran magnitud de su consumo está tal vez produciendo un efecto que yo llamaría banalización por sobredosis. Lo señalo porque no estoy seguro de que todos en nuestro país estén concediendo la importancia que merece un
Lo mismo puede ocurrir con el mundo de las cloacas policiales y el juego sucio de la política, porque son argumentos recurrentes, casi tópicos de la ficción. Uno ve al cabo de una semana tal cantidad de policías y políticos corruptos compinchados en los complots más sofisticados, que en lugar de hacerlos más repugnantes ante nuestros ojos, aparece como parte de los usos y costumbres de las sociedades modernas.
Nada tengo que oponer a estas producciones, por supuesto, muchas de ellas son verdaderas obras maestras. Pero sí creo que la gran magnitud de su consumo está tal vez produciendo un efecto que yo llamaría banalización por sobredosis. Lo señalo porque no estoy seguro de que todos en nuestro país estén concediendo la importancia que merece un