El Canal de José Luis Sierra

viernes, 20 de julio de 2018

CNN News18 LIVE | English News Today

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DOMINGO XVI TIEMPO ORDINARIO.

Jeremías 23: "Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países adonde las expulsé, y las volveré a traer a sus dehesas, para que crezcan y se multipliquen." Vive días de escucha y miradas hondas, de comunicación y sosiego, de consuelo con tu comunidad y tus amores, y con el Amor que ilumina la existencia. Acompáñate en la oración con el salmo 22: "Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan." El verano es un tiempo para hables a la sombra de un árbol, escuches a los mirlos al amanecer, cuentes historias que revitalicen el alma ante la hoguera, te ejercites en el siempre nuevo aprendizaje del amor de Dios. Juega con los niños al escondite, acaricia y besa a los ancianos, reconoce lo que te duele para sanarlo, cura tus viejas heridas y perdona. Y aparca cañadas oscuras, cansancios, rutinas, enfrentamientos inútiles, manipulaciones ideológicas e intereses impostores.

No pongas paños calientes. Aprovecha para mirar con su compasión nuestras mentes y corazones enzarzados, enredados, enturbiados. Necesitan, lo sabes, de la presencia sanadora de Jesús, pues no somos capaces de sanar y levantarnos por nosotros mismos. A lo más ponemos parches artificiales, ficticios. Con Jesús nos vemos como somos: una sociedad desnutrida en la fe, desprovista de confianza, inutilizada para la humildad, incapaz de mantenerse fiel a una acción transformadora del mundo y de asombrarse ante los milagros que aparecen ante nuestros ojos. Y gritamos: "¡Ay!, ¿quién podrá sanarnos?" Pero no cesamos de juzgar y desguazar. Estamos presos del síndrome de que "no hay nadie bueno". Nos prejuzgamos como enganchados al mal, corrompidos y sin remisión, sin posibilidad de cambios ni conversión; como una generación que urde mentiras y engaños para salvarse de la quema, y a la que le cuesta creer que, a pesar de sus fracasos, pecados y fallos pueda darse el arrepentimiento y la conversión.

Y una y otra vez nos preguntamos: "¿Quién podrá sanarnos?" Jesús, Buen Pastor, nos recupera la vía de la conversión. Los grandes santos son grandes conversos. Pero, con sus solas fuerzas se atascan, y los que creen poder con casi todo, son incapaces de iluminar y pacificar sus sombras, que crecen imparables. Según Efesios 2: "Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando el odio, para crear con los dos, en él, un solo hombre nuevo." Jesús. Nuestra paz y sosiego. Jesús. Nuestra luz, el Maestro. Jesús. Hombre nuevo y Pastor. Marcos 6: "Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma." Jesús mira, se conmueve, enseña, sosiega, y nos calma.

Para los que hemos sido bautizados en Él, la respuesta es evidente: Él. Sólo Él. Él, nuestra paz. Él tiene poder para abrir un camino de conversión y comunión entre los diferentes. Él, artífice de la paz y del crecimiento de hombres y mujeres nuevos. Él nos anima a abandonar la senda estrecha y agobiante del narcisismo individualista y la ambición desmesurada. Él abre la vida digna y humana para los pobres y desprotegidos. Abre las puertas del Reino, y, con Él, un nuevo modo de ser y de vivir.

Practica la misión del discípulo: Ayuda a respirar a los oprimidos y a los que se asfixian; comparte el lecho de dolor de los enfermos y los agonizantes; carga con la condena de los condenados y encarcelados; soporta la desesperación de los humillados y los abatidos; sé consuelo y pañuelo de lágrimas de los entristecidos y los deportados; sé hogar de los sin techo y los excluidos; sé la esperanza de refugiados y enfermos de la mente; sé pan y arroz para los hambrientos y los inanes; sé agua fresca para los que habitan en desiertos y en sombras de muerte; sé abrigo de los que tiritan de frío y descongelan sus corazones ateridos; sé abrazo y acogida para los que peregrinan y emigran; sé la fortuna de los desafortunados y extraviados; sé lugar de encuentro para los solitarios y los perdidos; sé la fuerza de los debilitados y extenuados. Y sobre todo sé coherente en tu vida.

Y todo esto no como un frío programa pastoral que se propone o impone desde fuera, no como una normativa para cumplir. No como carga insoportable que hunde, ni como obligación que desanima. Es pura gracia que se da, se regala. Puro Evangelio. Buena Noticia que llama y te hace discípulo que prolongarás la persona y la misión de Jesús.

Las palabras están pronunciadas. Ahora, tú eres el nuevo Cristo. Él te lleva a saberte y sentirte cuidado, amado y enviado. Así de simple. Lo demás brotará serenamente en tu corazón, de la mano de la Palabra, como brota el agua cristalina del manantial de montaña. No procura trabajo ni fatiga. La gracia es gracia. Es maravilloso don. "El alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa", decía san Juan de la Cruz. Permanece ahora silencioso y gozoso en su presencia. Y respira como nunca antes lo has podido hacer. Crece y multiplícate en bondad y en fe, en ti y en tu comunidad. Y sé, también tú, oveja y pastor con tus hermanos.

Antonio García Rubio.