MIÉRCOLES DE CENIZA. 2017.
La raíz de la conversión está dentro de ti. Cristo te ha convertido en el templo mismo en el que has de entrar, para iniciarte en el camino de tu vuelta a casa, a la casa de tu Padre, al lugar que aún te queda en el mundo para reencontrarte contigo mismo y con Él, a tu cuarto ("Cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará").
Ahí dentro de ti, vas a encontrarte, lo primero de todo, con tu decepción profunda, el vacío, tus demonios, las prisas absurdas, tus miedos, tus locuras y una desgarradora desesperanza. Ahí, en la oscuridad que te habita, encontrarás el verdadero motivo de tu conversión.
Afronta tu debilidad, mírate a fondo. No desesperes. En ella está tu fuerza. De la mano de Cristo, podrás emprender el camino de vuelta, el camino de la conversión cuaresmal, y lo harás de modo silencioso, sosegado y hambriento de luz.
Entra en ese bosque inhóspito en el que se te ha convertido la vida que te acompaña, la que se te desangra por dentro y te hastía. Y observa atento y con fe: "Mirad, dice Pablo: ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación".
Aprovecha este Miércoles de Ceniza. Ha de ser tu día. El profeta Joel 2, te rayará del todo: "Rasgad vuestros corazones, no vuestros vestidos, y convertíos al Señor vuestro Dios, un Dios compasivo y misericordioso."
Como ves, la batalla has de librarla dentro de ti. Aleja las excusas. Tú eres el templo, eres el centro, pero esta vez no para protagonismos estériles. En ti se derrama hoy la gracia del inicio de tu sanación y DE tu conversión. Sigue las pistas de esta Cuaresma. Y siente profundamente que estás rasgado, roto, poroso, como para dejar que la gracia te bañe por completo.
Pablo, en 2 Corintios 5, te insiste: "En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios." Párate, pues, en seco, dentro de ti, que es lo mismo que en Cristo Jesús. Respira y acepta el reto de iniciarte en el lento camino del reencuentro, en la posibilidad abierta de una nueva vida.
No recurras a los otros, no seas ‘miedica’, no te busques cómplices, no pidas aplausos ni palmaditas en el hombro; acepta tu soledad; afróntala. Lo expresa bien Mateo 6. "Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos". Huye de la complicidad de tus colegas. Por un día búscate, y busca la presencia de tu Padre. Y ahí, solos los dos, hablad, relájate, experiméntate acompañado por Él. Probablemente sólo tendrás que mirarle y saberte mirado, pero no desdeñes la palabra, pues a veces es la verdaderamente sanadora y orientadora.
Y: "Cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará". Y: "Cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará".
¿Lo ves? El camino parte de tu soledad buscada, de esa soledad que puede acabar siendo 'sonora', como decía san Juan de la Cruz. Pero, para eso, necesitas aceptar con naturalidad que eres importante para tu Padre, y que el camino de vuelta a Casa, a su Casa, que es la de todos, por decisión suya, mediante gestos sólidos y solidarios de conversión, pasa por ti. La solidaridad, la caridad, el compromiso con el pueblo humilde y ninguneado, el ayuno de dinero, de sueños egoístas, de compras innecesarias, de viajes, de 'dolce vita', pasan por tu oración silenciosa, por la disciplina de la oración diaria junto a Jesús, convertida en hábito positivo. Tus frutos buenos nacerán de un árbol saneado y bien dispuesto para dar fruto, y fruto abundante, tanto en favor de la liberación de los oprimidos y olvidados, como de la alegría propia y la de tus hermanos.
Y, para ello necesitarás la que proclama el salmo 50: "Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso. Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza."
Estás en el inicio de un camino que ha de conducirte, de la mano de Jesús, a su padecer con Él, y a vivir con Él, a la Casa del Padre, al Paraíso, a la Pascua eterna. Y contigo renacido, si tú renaces con el Resucitado, renacerá la alegría de un pueblo machacado, que te necesita sanado y dispuesto para realizar la obra de Dios, que es su Reino.
Aprovecha todos y cada uno de los detalles de la Cuaresma que se inicia hoy y con ellos aprende a ser un hombre libre. Y vive.
Antonio García Rubio. Es párroco del Pilar, en Madrid.
Nota de nuestro redactor jefe a Antonio:
Tus palabras Padre Prior bañan lo más profundo de mi ser y lo compartiré con los hermanos de mi blog como te dije a nivel de charlas cuaresmales de las que tan necesitados estamos que mejor que tú para ser nuestro guía gracias hermano y un abrazo. jl
Esto es lo que ha añadido nuestro gran hermano Antonio hermosas palabras:
Gracias de corazón, Alberto. Me paso los días zigzagueando, subiendo y bajando y dando de sí, al servicio de los hermanos, lo que puedo y sanamente sé. Procuro no provocar más heridas que las inevitables a un mundo herido de mil maneras. Y digo lo que en el silencio de la oración, con la mayor transparencia y sencillez de corazón, se me sugiere para vosotros y para mí. No soy músico, ya quisiera. No soy pintor. No soy ingeniero. No soy novelista. No soy un manitas. Ya quisiera. Cada uno somos lo que Dios ha soñado que seamos. Y procuro hacerlo lo mejor que puedo. Sólo eso. Canto el canto que sé cantar. Otros hacen otras cosas y como somos un cuerpo entre todos nos compenetrados y nos cubrimos las espaldas unos a otros con nuestro ingenio y nuestro empeño. No sé si he ee pretender ser lo que no me sale ser. Pero te prometo que me esforzaré más en esa línea de contar historias. Considero lo que me dices como un mandato. Y ese es el estilo de Jesús. Ojalá que Dios me dé esa sabiduría que tu me pides. Gracias por este aguijón. Seguro que Dios te ha sugerido decirlo aquí. No sé si podrá tener respuesta algún día. Muchas gracias. Así crecemos todos. Antonio.
Esto es lo que ha añadido nuestro gran hermano Antonio hermosas palabras:
Gracias de corazón, Alberto. Me paso los días zigzagueando, subiendo y bajando y dando de sí, al servicio de los hermanos, lo que puedo y sanamente sé. Procuro no provocar más heridas que las inevitables a un mundo herido de mil maneras. Y digo lo que en el silencio de la oración, con la mayor transparencia y sencillez de corazón, se me sugiere para vosotros y para mí. No soy músico, ya quisiera. No soy pintor. No soy ingeniero. No soy novelista. No soy un manitas. Ya quisiera. Cada uno somos lo que Dios ha soñado que seamos. Y procuro hacerlo lo mejor que puedo. Sólo eso. Canto el canto que sé cantar. Otros hacen otras cosas y como somos un cuerpo entre todos nos compenetrados y nos cubrimos las espaldas unos a otros con nuestro ingenio y nuestro empeño. No sé si he ee pretender ser lo que no me sale ser. Pero te prometo que me esforzaré más en esa línea de contar historias. Considero lo que me dices como un mandato. Y ese es el estilo de Jesús. Ojalá que Dios me dé esa sabiduría que tu me pides. Gracias por este aguijón. Seguro que Dios te ha sugerido decirlo aquí. No sé si podrá tener respuesta algún día. Muchas gracias. Así crecemos todos. Antonio.
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