
Rusia emergió de la crisis siria con su reputación militar y diplomática significativamente mejorada. Aunque lo logró en medio de una enorme controversia sobre los medios utilizados y de fuertes críticas internacionales. Moscú ha asegurado la supervivencia del régimen de Al Assad y al mismo tiempo ha incrementado su presencia militar en el país. Pero también las ramificaciones diplomáticas son considerables. Rusia, y no Estados Unidos, es ahora el actor de referencia que está auspiciando una alianza informal entre Irán y Turquía para pilotar el futuro de Siria. Incluso los saudíes han tenido que llamar a la puerta de Moscú.
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