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viernes, 19 de enero de 2018

III DOMINGO TIEMPO ORDINARIO


¿Será posible que abandonemos la prepotencia, la mala conciencia, los sentimientos de ira, las envidias destructoras o los sentimientos de culpa? ¿Seremos capaces de sanar por dentro y crecer en humanidad? ¿Sabremos olvidar nuestro pesado e ingrato ego, y liberar nuestras conciencias para aprender a amar? ¿Abriremos caminos de esperanza para esta tierra?
Son preguntas y más preguntas que acosan a corazones nobles, buscadores del bien, creyentes, que sufriendo las consecuencias de un mundo poderoso y apabullante, piensan, dudan, se cuestionan: ¿Será posible crecer en sabiduría y en gracia, como Jesús? ¿Será posible dejar crecer al prójimo, y colaborar con él en su desarrollo humano? ¿Dejaremos algún día de huir como Jonás, de lamernos las llagas, y de encaminar nuestras vidas en una dirección contraria al Evangelio? ¿Abandonará esta sociedad el victimismo y los deseos de venganza?
Al final, Jonás se dio la vuelta. El drama vivido y el sentimiento de culpa por desobedecer y escapar de la misión pedida, le llevan a afrontar y dar salida a la llamada, a su vocación, su elección y su misión profética. Tocado en su ser más auténtico, opta al final por colaborar con Dios, y por ayudar a sacar a una humanidad rota de sus caminos torcidos. Jonás 3: "'Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo.' Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día".
El Padre Dios, que camina día y noche por la Tierra, busca lo bueno y lo mejor para el hombre. Pero el hombre, con excesiva facilidad, se enzarza en sus heridas y miserias, a veces inducidas por poderes sin alma que le esclavizan. Y, aunque arrastrado hacia el abismo, se sabe llamado a vivir una vida nueva y diferente. Démosle a Dios y a la vida la posibilidad de entrar en nuestro corazón. Sólo Él tiene el poder de sanar nuestras múltiples heridas y curarnos. Sólo Él, a ti, a mí, a vosotros nos envía a la misión más bella y arriesgada del mundo. Fíate. Sé humilde. Salmo 24: "El Señor es bueno y es recto, enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humilles con rectitud, enseña su camino a los humildes."
Es mucho lo que Dios espera de ti. Y no es algo fuera de tus posibilidades. Dios sana y no ahoga. No lo olvides. No hagas de Dios lo que no es. Es el bien, y favorece el crecimiento de la humanidad en el bien. Siempre. Nunca desea ni busca el mal del hombre ni de su obra. Eso es contrario a la esencia de un amor circular y envolvente, el Creador, el Trinitario. Ponte, pues, de su lado, y del lado de los indefensos que esperan salir de su indefensión, ya que el momento es decisivo. 1 Corintios 7: "Hermanos: el momento es apremiante, porque la representación de este mundo se termina." La Comunidad cristiana, de la que formas parte, y con la que interactúas en cada jornada, ve los graves riesgos que atraviesan a la humanidad y al planeta. Colabora, pues, con ella y con Jesús, como enseña el Papa Francisco, tanto en el cuidadoso servicio a los hermanos y a los pobres, como en el trabajo eficaz por el respeto a la integridad de la madre Tierra.
Algunos días se nos da el don de conocer gente increíble entre el pueblo humilde. En estos días de nuevas relaciones he conocido, entre otras, a una persona con mucho dolor. Sueño que le irá bien, aunque lo tiene difícil. Casado, desempleado, con varios hijos, y con la certeza de que todo le sale mal. Presiente que tiene gafe, y que su vida y la de su familia caminan a la deriva. Pero en nuestras conversaciones, me he detenido en la visión de sus ojos, y me he permitido penetrar en sus heridas a través de ellos. Y allí me he encontrado más fe y coraje, más amor y luz que en muchos otros que entretienen torpemente sus vidas cómodas y resueltas entre palabras altisonantes. Y conversando con él, he sentido, entre sus llagas, desgarraduras y rupturas, que Dios habla de modo sorprendente e insospechado. Junto a él he recibido una llamada oculta, como la que narra hoy el Evangelio, y se me ha activado una vocación hacia la conversión propia y hacia la búsqueda de colabora en la conversión de mis hermanos. “El Reino está cerca.” ¡Venid conmigo! ¡Convertíos!  ¡Creed y proclamad el Evangelio!  ¡Echad las redes! “Os haré pescadores de hombres.” Presta tú también oídos a Jesús. Mira a este mundo llagado y desnutrido. Colabora para que el mundo vuelva de su mano a la senda de la justicia y de la paz.
Marcos 1: “Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús les dijo: 'Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.'"
Antonio García Rubio. Vicario parroquial de San Blas. Madrid.

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