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viernes, 13 de julio de 2018

DOMINGO XV TIEMPO ORDINARIO



Efesios 1: "Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo ... por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, ... concedida en su querido Hijo, redunde en alabanza suya." Elegidos en la persona de Cristo: ¿Quiénes somos? ¿Quién eres? ¿Quién nos ayuda a desvelar el más bello secreto, el mejor guardado, el que se vela y se esconde en el interior de la vida de la Iglesia y en nuestro propio interior? ¿Por que inquieto designio unos lo ven o escuchan con nitidez, y otros nunca aparentan percibirlo o lo niegan y reniegan con pasión?
El  secreto es la LLAMADA.  Hay palabras que lo envuelven y confunden. Hay personas a las que no les llega la voz al cuello de su camisa al hablar de él. Y, sin embargo, puede cambiar el orden de las cosas. Si un hombre despierta a la llamada y se sabe libre en ella, acaba poniendo palabras al sentido de la existencia propia y la del mundo. Amós 7 puso palabras precisas: "'No soy profeta ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de higos. El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo: 'Ve y profetiza a mi pueblo de Israel."" Palabras del hombre llamado, que sin sentirse ni saberse profeta, profetiza sin más. Se le dice que profetice y lo hace, porque el Señor ‘le miró, le llamó y le sacó’ de junto al rebaño. Ni más ni menos. Todo en tres palabras. El secreto manifestado a Amós: MIRAR. LLAMAR. SACAR.
MIRAR. Mira qué pasa en tu vida y en la del mundo. ¿Alguna vez has notado posarse al Espíritu del Señor en la vida de tu pueblo? ¿Lo reconocerías si se acerca? ¿Notarías su aliento en tu cogote o en el de los pobres? ¿Ves  la densidad de su sombra entre las sombras corruptas de la sociedad? ¿Se ha cruzado tu mirada con la suya? ¿Captas su emoción y vibración en los ojos de los humildes que tienen fe? ¿Te ves a  ti y ves a la humanidad mirados invisiblemente como a hijos amados? ¿Te sabes buscado cuando estás derrotado o perdido? ¿Quién eres, Señor? “Su padre, Álvaro, era un buen cristiano acomodado, pero él, Lucas, joven creyente, con la sangre ardorosa, se había experimentado mirado, y sintió como a su amigo Félix, que el aliento de Dios le hacía crecer sus alas en su comunidad de fe. Ambos acabaron como misioneros a un país latinoamericano. Allí se mantienen radiantes entre el dolor y la fe de sus pueblos.”
LLAMAR. Marcos 6: "Llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad... Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto." ¡Caramba con la 'llamadita'! “A Lourdes, que sentía deseos de ser una mujer libre, le nacieron tres hijos de su matrimonio por amor y fe con Andrés. Y ya no cejó en el empeño de seguir la llamada y de atarse de por vida para cuidar de la educación de sus propios chicos y de muchos otros, que atendía entre el colegio, la formación parroquial, las salidas a la Sierra, los Campamentos. Una vida complicada por amor en un barrio periférico. Respuesta gozosa a una llamada compartida con Andrés”:
Él nos llama, en la Iglesia, de modo personal, por nuestro nombre, y luego nos envía de dos en dos. Y siempre es la mirada la que da paso a la llamada. Y por eso, es condición indispensable saberse mirado-amado, como el joven rico o como el hijo pródigo que escondemos cada uno, para después desvelar y saber que somos llamados. ¿Es a mí? ¿De verdad que es a ti, a nosotros? Quedamos alucinados. “Si no somos profetas ni hijos de profeta, si no somos católico de toda la vida ni contamos con mérito alguno”. ¿Cómo es esto de que nos veamos mirados y llamados? Y la llamada siempre trae su encargo, una misión. Y, generalmente, es provocadora. El Señor que llama, no se anda con medias tintas. No busca gente tibia, 'ni chicha ni limoná'. "Ve y profetiza a mi pueblo". 'Ahí es nada'. Y no lleves ni pan, ni alforja, ni dinero, ni túnica de repuesto. Sólo sandalias y bastón. Piensa en el sentido de estos símbolos: Caminar siempre abiertos a la Providencia, ’ligeros de equipaje’. Caminar provocando fe y ternura entre los humildes y los buscadores del Reino. Caminar despertando los deseos de amor y de cuidado entre la gente que ayuda. Caminar generando solidaridad con los que cuidamos.
SACAR. Es importante ser consciente del lugar del que fuimos sacados, donde fuimos llamados. Descubrirlo, supone el trabajo de depurar la llamada y consolidarla. El lugar de la llamada es un punto de luz para comprender cuál es la misión a la que Él se nos convoca. Somos elegidos para un tiempo y un espacio. La misión es siempre concreta y está relacionada con la vida y el sufrimiento del pueblo. ¿Dónde te encontró, te miró y te llamó el Señor?  ¿De detrás de qué rebaño te sacó?
Salmo 84: "La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo."
Antonio García Rubio.

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