Desde la distancia, en el aeropuerto de Viena, vi parqueado en la pista un avión alquilado que llegaba de Nueva York.
Dentro venían 10 espías rusos y junto a él estaba un avión ruso con otros cuatro agentes a bordo.
Era julio de 2010 y yo estaba reporteando sobre el mayor intercambio de espías entre Rusia y Estados Unidos desde la Guerra Fría.
No era extraño que hubieran elegido Viena como el sitio para el intercambio.
La ciudad mantiene una larga tradición como semillero del espionaje internacional.
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