El abismo está en el hecho de creer y confiar en medio de la noche, en medio de las pruebas, cuando la vida nos la ponen cuesta arriba y nos entra el temor o la maldad en el cuerpo. Juan 20: "No seas incrédulo, sino creyente. Contestó Tomás: ¡Señor mío y Dios mío! Jesús le dijo: ¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto." Es aquí donde se debate la vida de muchos seres humanos que de un modo u otro hemos oído hablar de Jesús. Llega Jesús a la vida de un pobre pecador, o de un hombre herido, como cualquiera de nosotros, y, si es así nos sentimos apabullados y deslumbrados. Pero, ¿se puede creer en medio de esta noche de la historia?
Sintamos hoy, tras la prueba de la Catedral de Notre Dame ardiendo, una profunda sintonía y gratitud hacia la Iglesia francesa y algunos de sus y nuestros hermanos creyentes, deslumbrados por Dios en medio de sus noches: Le pasó a la trabajadora social y joven atea, Madeleine Delbrêl, al experimentar la presencia desbaratadora de Dios en su juventud. Le sucedió a Paul Claudel, con 18 años, mientras escuchaba las vísperas en Notre Dame, se sintió visitado y destronado en un instante por el amor de Dios. Le aconteció a Carlos de Foucauld, en aquella atrevida confesión con el padre Huvelin; allí comprendió, tras verse sorprendido por Él, que si Dios existía, ya sólo podría vivir para Él. Y cómo no recordar a Teresita de Lisieux, cuando descubrió en la noche del dolor, que su lugar en la Iglesia era el Amor y que viviendo en el amor, podría estar en cada rincón del mundo donde hubiera un misionero anunciando el Evangelio.
Basten estos ejemplos para que nos alegremos del don y la sorpresa maravillosa de creer, aunque no veamos. Ojalá que aprendamos, en medio de las pruebas, como los discípulos asombrados con el Resucitado, a buscar secretamente a Jesucristo, y a fortalecer la debilidad de nuestra fe en los momentos de abismo a los que seamos sometidos. Eso mismo es lo que hizo y nos enseña Cristo Jesús.
Qué bueno sería que pudiéramos decir, ante las grandes dificultades por las que atraviesan las comunidades cristianas en Europa y el mundo, aquello que proclama el Salmo 117: "Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo." Esa alegría será la prueba de nuestra madurez creyente. Y esta madurez nos llegará en cualquier momento; basta con que cuidemos de nuestro ambiente interior, el del corazón, y del ambiente servicial, fraterno y orante de nuestras comunidades cristianas. Así lo enseña Hechos 2: "Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común; vendían posesiones y bienes, y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno."
Estamos en Pascua. Y concluimos su Octava. Ocho días que han sido un sólo día de júbilo y alegría desbordante. Sólo los que se han convertido en otros Cristos, pueden alegrarse en verdad con la Pascua. Felicidades a cada uno por intentarlo y por crear ese ambiente propicio para el Resucitado y su Espíritu. Muchas felicidades por la conversión cuaresmal y por haber iniciado una vida de hombre nuevo. 1 Pedro1: "No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación."
Acabada la fiesta de la renovación bautismal, es necesario ponerse en camino:
1. Con tu corazón renovado por Cristo, empieza de nuevo. Vuelve a creer y confiar con pasión en Jesús y no dejes que se te cuele la duda de la desconfianza. Que tu amistad con Cristo esté asegurada cada día por el trato de amistad con Él. Ora con fervor. Es el camino para acabar con el abismo y con la noche.
2. No dejes de mirar a los pobres. El gran profeta de esta Iglesia adormilada en sus egos y seguridades, el Papa Francisco, es el icono de lo que la Iglesia está llamada a ser en todos los rincones de este planeta. Los pobres lo primero y los primeros. Sé uno con ellos. Sirve siempre. Sé humilde.
3. Y cuida tu comunidad. Si no vas a la Iglesia, ofrécete a tu parroquia y ponte a trabajar y a formar parte de su comunidad. Vive la Eucaristía con emoción. Rompe con el individualismo que lleva a la humanidad a la ruina. Y sufre y goza creciendo en común. Lima tus aristas rozándote con los otros. Tienes con ellos una misma alma. Formas con ellos un solo Cuerpo.
Antonio García Rubio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario