
La idea de crear un Ejército europeo no es nueva. Pero ha vuelto a la palestra con una intensidad inusitada. Después de comprobar las intenciones reales de la Administración Trump, que decidió desvincularse unilateralmente de la era de los tratados de no proliferación nuclear forjados en las postrimerías de la Guerra Fría. Y cuyo último episodio -la salida, a comienzos de febrero, del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF, por sus siglas en inglés)-, ha activado de nuevo el debate sobre la creación de una fuerza militar conjunta en la UE.
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