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jueves, 8 de agosto de 2019

DOMINGO XIX TIEMPO ORDINARIO

DOMINGO XIX TIEMPO ORDINARIO
La ley del Libro de la Sabiduría podemos ponerla en práctica los hijos amados y bautizados en agua y Espíritu Santo, que vivimos la fe en esta historia preocupante. Sabiduría 18: "Todos los santos serán solidarios en los peligros y en los bienes." ¿Os imagináis cuanto bueno haríamos si anduviéramos unidos y en una perfecta comunión de bienes y espíritu? Las primeras comunidades cultivaban un alma común y compartían sus bienes entre ellos y los necesitados.
Huyamos del individualismo. En él estamos en peligro continuo. Seamos solidarios ya que estamos cercados por graves peligros, que buscan nuestra destrucción, y nos son ofrecidos en bandeja o Tablet: la creciente inconsciencia y la insensibilidad elitista; el creernos superiores o únicos; el pensarnos, cada cual a su manera, el eje en torno al cual gira el mundo.
Somos, incluidos los presidentes de los estados o las multinacionales poderosas, poca cosa, apenas nada. Es jocoso constatar lo que hacen los grandes de la tierra, que se creen más que nadie, para llamar la atención. Son como adolescentes abusones, que se revisten de lujos absurdos y ridículos, que no pueden entender los pequeños y humildes de la tierra que tanto gustaban y gustan a Jesús. Y no olvidemos que nuestra única fortaleza es la unión de corazones, vidas y almas; seamos conscientes del poder que tenemos cuando nos sabemos el Cuerpo de Cristo, y somos austeros y responsables del bien común, sin dejar que nos arrastre el individualismo egoísta y ramplón que nos invade.
Sé generoso y trabaja por tejer lazos, por tender puentes, por construir relaciones. Sacrifícate por tu gente, tus hermanos, y los pobres. Ahí está la salvación y la vida. Los ojos de Dios no dejan de mirarte. "Mira que te mira Dios, mira que te está mirando", decíamos los que gastamos canas cuando éramos chicos. Luego, hemos olvidado, y preferimos pensar que nadie nos mira. Y nos ha nacido una conciencia sin mirada. No mira ni hacia fuera ni hacia dentro. Sólo tiene ojos despistados, sin memoria, desvaídos, que no miran; ciegos de tanto ver sin mirar. Pero los ojos del Señor no nos abandonan nunca. Su mirada nos mantiene vivos. Salmo 32: "Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia." Sus ojos mantienen viva la vida, y luchan denodadamente contra el mal que nos destruye y aparta del camino de la justicia y de la paz.
¿Cómo recuperar ese futuro de sabernos regenerados, y constituidos en hijos de la promesa de un cielo nuevo y una tierra nueva? A veces nos cuesta creer. Somos puestos a prueba, como Abrahán. Hebreos 11: "Por fe Abrahán ofreció a Isaac, del cual le había dicho Dios: 'Isaac continuará tu descendencia.' Abrahán pensó que Dios tiene poder hasta para resucitar muertos. Y así recobró a Isaac como figura del futuro."
Estos días estoy viendo imágenes que pensé no volver a ver desde que dejé de ser párroco en la Cañada Real. Observo grupos de personas por el parque o los rincones del barrio que andan de nuevo entre jeringuillas. Y el corazón se rompe, el alma se duele en su más profundo ser y un profundo agobio le inunda. No puede ser. Son cientos de miles las víctimas de la droga en nuestra sociedad y en el mundo. Y el creciente deterioro de los humildes resulta muy doloroso. Tras estos brotes, ¿vendrá, como en los 80, otra generación de desechados y hundidos?  ¿Cómo es posible esta degeneración y destrucción de hijos a los que Dios ha puesto el futuro en sus manos? ¿Por qué esta falta de fe y este abandono social? No te resignes. La fe de Abrahán te asalta. Creer más cuando arrasa la contradicción y la desesperanza.
Lucas 12: "No temas, pequeño rebaño. Vended vuestros bienes, y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle, apenas venga y llame." Lucas, cargado de contenido social, sensible con las pobrezas que inundaban sus días, nos abre con las palabras de Cristo la puerta de la esperanza:
1. No temas. Olvídate del miedo. Es tu peor consejero. Y juegan con él contra ti.
2. Eres parte de un pequeño rebaño. No importa. Jesús tiene ojos y corazón en los pequeños.
3. Vacía tu armario de lo que le sobra. Cultiva un tesoro inagotable en tu alma. Cree posible lo imposible. Ora, habla, lee, contempla, llénate de la sabiduría y alegría del Evangelio.
4. Mantente en espera, expectante. Como quien aguarda una fiesta. Revístete el alma de la dignidad y la belleza del amor, de la dulzura de la confianza y la certeza de la verdad. Serás libre. Como llega lo nuevo, abandona lo viejo.


Antonio García Rubio.

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