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viernes, 31 de enero de 2020

IV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


Contemplamos las catástrofes que se nos vienen encima por el deterioro ecológico del Planeta; y por la impaciencia con la que los grupos de poder mundial adquieren o se procuran más y más armas que suponen una gravísima amenaza de destrucción. Y así, muchos tiemblan y, la mayoría se pregunta con angustia: ¿Hasta dónde llegarán estos grupos, provocando y tentando al mal?

Aprende a alejar de ti la negatividad de los pensamientos miedosos. Así no te contaminarás, y mantendrás un optimismo realista, conocedor de la realidad, pero esperanzado al conocer igualmente el poder del amor, la justicia y la misericordia de Dios. Al alejarte en tu silencio de esos pensamientos negativos, te aparece con certeza gratuita y positiva, que una parte de esta humanidad amada de Dios se siente asaltada por el poder de su gracia, y de su Palabra, celebrada el domingo pasado por indicación del Papa Francisco. ¡Oh, Tú, Cristo Jesús, Palabra viva, enviado del Padre para nuestra salvación y reconciliación! ¿Habrás de esperar la radicalidad de su última venida para dar por terminada esta locura del poderío humano?

Malaquías 3: "¿Quién podrá resistir el día de su venida?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será un fuego de fundidor, y presentarán al Señor la ofrenda como es debido." ¿Responderás, antes de ese final, con bondad, fe, belleza, justicia y verdad al reto de conversión personal y comunitaria, al que Cristo convoca? ¿Encenderás, aquí y ahora, tu candela, con responsabilidad y autenticidad? ¿Darás un giro radical a tu vida amenazada y amenazante?

A muchos nos pesa la vida y las preguntas sobre ella. Pero responde a estas: ¿Qué te aporta Cristo, la Palabra de Dios, su don sanador? ¿Qué te aportan los gestos de solidaridad y las palabras de vida de la gente sencilla y maravillosa, los 'santos de la puerta de al lado', iluminados de amor y generosidad? ¿Te animan a levantar las barreras, a abrir las puertas, las compuertas y los portones, a confiar y a tirarte al agua? Lo bueno que recibimos del pueblo de Dios, nos habla del Rey de la gloria que está vivo en tus entrañas y en las de la humanidad. Salmo 23: "¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la Gloria."

El corazón, no el órgano que reparte la sangre, sino el corazón espiritual de cada ser humano, tu centro de vida y amor, el centro de tu comunidad, se abre al Rey de la Gloria. Para ti, bautizado, Jesús es el centro,  el corazón, el Rey humilde y derrotado en la cruz, el resucitado por la fuerza de Dios. El mismo que se presenta en el templo niño y diminuto. Él es la Fuente de agua viva que calma tu sed, el que se ha hecho uno contigo para que lo experimentes como encuentro de gracia en tus entrañas y tu corazón. Hebreos 2: "De nuestra carne y sangre participó también Jesús; así, muriendo, aniquiló al que tenía el, poder de la muerte, y liberó a que vivían como esclavos. Como él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan por ella." Él es tu auxilio y escudo;  hermano y maestro; camino y meta; el centro espiritual que habitas; presente en el corazón de la humanidad: crucificados, desheredados, refugiados, migrantes, excluidos, heridos de soledad, enfermos mentales...

Lucas 2: "Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel." Jesús se presenta niño y pequeño. Luz. Sólo lo ven los que perseveran con la confianza del niño, los que viven de modo recoleto y auténtico, en oración, contemplando la llama que arde en el corazón inquieto de la humanidad; sólo los que sufren y sirven entre el pueblo atenazado y disperso, como los ancianos Simeón y Ana.

1. Abre tu puerta, compuertas, ventanas blindadas, hermano, que entre su LUZ. Déjate visitar y seducir por el Maestro niño humilde, por sus padres, su Palabra, sus gestos de misericordia y liberación; y por la coherencia extrema de su amor, que es candela luciente para los pequeños.

2. Auxilia a tus hermanos desorientados o descartados, inconscientes o pecadores, incrédulos o diferentes; y cuando pases cono Él por la prueba del dolor y de la cruz, aprende de su amor. No te aburgueses, ni se lo facilites a tu familia. Él es tu luz, la de tu familia y tu pueblo.

3. No esperes al día de su última venida. Vendrá por sí solo. Ponte activo en un doble sentido: Ama desde tu oración silenciosa, alejado del protagonismo, en actitud permanente de espera confiada e iluminada. Y ama abrazado a la cruz, y al dolor de los que ni valen ni cuentan. Une tu destino al suyo. Ahí está la luz. Y cuida del planeta. Comprométete en su defensa, como lo haces de tus hijos y amigos. Entonces brillarás como una llama de amor vivo, como una lámpara encendida junto a María, la Candelaria. E iluminarás la Tierra y los corazones creyentes y hambrientos de Palabra y de Pan. Pronto viviremos la ‘Campaña contra el Hambre.’

Antonio García Rubio.

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