En la crisis del COVID-19 nos la jugamos en tres dimensiones: en la disputa entre el Tribunal Europeo y el Constitucional alemán; nos jugamos el cuánto y el cómo de la ayuda que podemos esperar de Europa. En la cordura y responsabilidad de los 46 miembros de la Comisión para la Reconstrucción Económica y Social nos jugamos la salida ordenada de esta catástrofe y tal vez el futuro a medio plazo. Y en nuestro comportamiento cívico, nos jugamos la evolución de la epidemia, que marca todos los pasos en todos los terrenos.
Hoy, cuando media España entra en una nueva fase, quiero detenerme en este punto que estamos tratando con paños calientes y excesiva condescendencia. Como nos encanta autoelogiarnos y tanto las autoridades como los medios de comunicación nos inclinados a halagar a nuestras respectivas clientelas, hemos aplaudido (con razón) los muchísimos gestos solidarios que el confinamiento ha traído, pero las malas conductas ciudadanas en el de confinamiento las estamos comentando de refilón. Salimos del paso con una frase hecha: ejemplar comportamiento de la población con algunos casos minoritarios de incivismo.
Hoy, cuando media España entra en una nueva fase, quiero detenerme en este punto que estamos tratando con paños calientes y excesiva condescendencia. Como nos encanta autoelogiarnos y tanto las autoridades como los medios de comunicación nos inclinados a halagar a nuestras respectivas clientelas, hemos aplaudido (con razón) los muchísimos gestos solidarios que el confinamiento ha traído, pero las malas conductas ciudadanas en el de confinamiento las estamos comentando de refilón. Salimos del paso con una frase hecha: ejemplar comportamiento de la población con algunos casos minoritarios de incivismo.
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