Cuando observamos la tensión con la que vive la conciencia de Dios el mundo actual, distinguimos como cinco líneas plurales y divergentes. Ninguna es pura. Nadie conoce los verdaderos secretos y anhelos del corazón. Arriesguemos con una propuesta:
1. Los que no creen en un Dios que habla de 'tú a tú' con el hombre. Razonan ser hombres autónomos y libres sin protección o tutela de un poder superior, ilusorio e inexistente.
2. Los que hacen la pregunta sobre Dios. Han vivido sin Él y seguirán haciendo. No descubierto una posible sensibilidad religiosa. Dios es innecesario.
3. Los que mantienen una religiosidad tradicional y mágica. Un Dios de temor y de negociación. 'Do ut des', 'te doy para que me des', ante las necesidades, los deseos o los dolores.
4. Los que utilizan a Dios al servicio de sus ideologías de poder, control y uniformidad. Conocidas como fariseísmo. Esconden una doble vida manipuladora.
5. Los que buscan, con espíritu de verdad y humildad, desde su fragilidad y pecado, un encuentro de luz y un mandato de amor, que vivirán como seguimiento y en comunidad.
Salmo. Daniel 3: "Bendito eres tú, que, sentado sobre querubines, sondeas los abismos". Del Libro de Daniel, en el domingo de la Santísima Trinidad. Su lenguaje nos adentra, al hablar del ser de Dios, en un Misterio que nos trasciende, y nos eleva a altas cotas de contemplación. Aquí, Dios es en plenitud, y el hombre ha de afinar la mirada y la sinceridad de corazón, para contemplar lo no visible; lo oculto en la noche, entre hilos de múltiples pensamientos y diversos modos palpar la sabiduría. Y hemos de acariciarlo con la fortaleza del no-poder, del no-saber, del no-tener. Ni caben medias verdades, ni medias tintas, ni manipulaciones mentales disfrazadas de grandiosidad, artificio, de lujo, o frialdad.
Éxodo 34: "Moisés subió de madrugada al monte Sinaí... El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor...: Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso". A lo largo de la historia, muchos se han esforzado en razonar la verdad de Dios, o en demostrar su no-existencia, por ser contraria a la ciencia. La pelea sigue, pero la verdad sigue escurriéndose de nuestras manos y mentes controladoras. Pero presta humilde atención, a las palabras de Moisés, llenas de luz: "Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso". Utiliza la vía del no-saber, para buscar el encuentro con el Misterio de Dios. Y hazlo con esa clave de acceso: “La compasión y la misericordia”. Intenta acceder por ahí.
El Peregrino Ruso, mediante la repetición piadosa del mantra: "Señor, Jesús, ten misericordia de mí", te ayuda a desintegrar tu obstinación mental. Su propuesta, al ir calando como un orvallo constante la intimidad del caminar de tu conciencia, te conduce al encuentro con la luz. El apóstol Tomás, tras adentrar sus dedos en el cuerpo de Jesús, y percibir su luz a través de tan novedoso, espiritual, privilegiado y trascendente conocimiento de Jesús, proclama un mismo mantra: "Señor mío y Dios mío". Busca la Fuente del conocimiento, la luz y el amor con la pasión de Magdalena, de María de Betania, de Francisco de Asís, de Ignacio de Loyola, de Teresa de Calcuta, de Carlos de Foucauld. Este último, próximo santo, impresionado por la piedad de los musulmanes, y volver sus ojos al don Dios derramado en su conversión, exclamó: "Cuando supe que Dios existía, no pude hacer otra cosa que vivir para Él".
No te empecines, pues, en buscar al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo por el camino de una mente embotada de saber humano. La levedad de tu ser, de tu pensar, actuar y sentir, te hacen entrever otras vías de acceso a la Montaña, a “la más íntima intimidad” de Agustín. Busca el camino de la compasión y la misericordia. Piérdete sin miedo en ellas. Sal por encima de tus razonamientos. Sé valiente. Ten ánimo. Espera en el Señor.
2 Corintios 13: "Saludaos mutuamente con el beso ritual. Os saludan todos los santos. La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con todos vosotros". La manifestación de Dios se da en las pequeñas comunidades cristianas. El saludo, la acogida, el abrazo, el beso, la gracia, el amor, la comunión, la compasión, son palabras ligadas al Dios Trinitario, experimentado en las comunidades nacientes de la Pascua Cristiana; palabras que te alumbran el camino; que te hacen experimentar la presencia y el ser de Dios en la fraternidad, la unidad, el amor y servicio mutuo; palabras que transparentan el Misterio del Dios compasivo y misericordioso.
Dios es Amor, nos revelará la tradición joánea. Un amor de plenitud, que se hace presente en lo último y desagradable, en el momento en el que se rasga el Ser de Dios en la cruz de Jesús. Y ahí se desvela la calidad del poder de su compasión para con nosotros. Juan 3: "Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él". Merece la pena que te aventures de la mano de Dios en este tiempo nuevo. Acabada la Pascua, vuelves a encontrarte con la 'rutina' de la soledad y de la vida compartida con los hermanos y los pobres, y es ahí, donde has de buscar y encontrar el diamante, la perla y el reino que buscas. Sube a la cumbre. Baja al mercado. Encuentra la Fuente, báñate en secreto en su misericordia y refréscate en la compasión comunitaria del Amor de Dios; en su Trinidad.
Antonio García Rubio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario