DATE UNA TREGUA. ALÉGRATE. ES NAVIDAD. Felicitas a tus hermanos y a ti mismo por Navidad. Y te abres a vivir la Navidad junto a los peregrinos que caminan contigo en la fe, con tus amigos y con los pobres. A vivirla como si se tratase de un sólo día de fiesta. Un día que se prolonga en ocho días, la Octava de Navidad, hasta el 1 de enero. Te acompañas de luz, ternura y gozo. Como los pobres, que la festejan siempre por todo lo alto en su bajura. O como los que no lo son tanto, pero viven con cierta conciencia, e intentan, en este día largo, acercar a sus mesas familiares y a sus liturgias lo humano y lo divino. Goza de este día prolongado, aunque cercado por el virus, y con un rictus de desesperanzado y amenazado futuro social y humano, y hazlo como los niños que juegan sin parar, como un día de plenitud festiva para tu corazón. Ha nacido la Palabra que nos habita en toda su grandeza. "Hoy nos ha nacido el Salvador, el Mesías, el Señor". Colosenses 3: "Que la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón". Da gracias, pues, y date una tregua. Canta a la sabiduría de Dios en las celebraciones de la Iglesia, o ante el belén de tu casa; baila con danzas de amor fraterno y ternura entrañable; bebe el buen vino de la alegría humana y celeste; come los dulces de la armonía del corazón querido; lanza petardos de esperanza desde las ventanas de tu alma encendida; comparte con los hermanos tu corazón alegre y lleno de luz, como lo están las luces navideñas, en cascada, en tu hogar, o en las plazas y calles de tu ciudad; y hazlo todo con pudor, sencillez y transparencia. El Niño parece enseñar mucho. Y te susurra al oído que seas, como Él, un niño confiado en los brazos o el pesebre reservado por el Padre. Y que aceptes con sosiego la voluntad de Dios, junto a María, Madre de la Iglesia. ¡Feliz Navidad! Para ti, tantas veces rodeado de sombras, tentaciones o minas. Alégrate por el Sol que nace lo alto, y te visita. Y date una tregua en favor de la gloria de Dios y del bien y la paz que viene con el Niño.
LA SAGRADA FAMILIA JUNTO A LAS SUFRIENTES, Y TAMBIÉN SAGRADAS, FAMILIAS. No has de distanciar ni alejar a la Sagrada familia de las otras familias, también sagradas, y transidas de infinitos dolores e injusticias. Toda vida es sagrada porque proviene del Dios Trinidad, imagen de toda familia, y de toda relación de amor. Somos todos hechura de sus manos, su Hijo, y su Espíritu, y estamos bajo la protección providente del Padre. La Sagrada Familia es el faro que ilumina el camino familiar, fraterno, solidario, comunitario. Toda la Iglesia, imbuida del don trinitario, manantial en el que nacemos, está trenzada de luz y de fragilidad, para manifestar la vida común, familiar, entrañable, santa, sagrada, consagrada. Todos están llamados a ser, por pura gracia, Sagrada Familia. Cada familia, comunidad, fraternidad cristiana y humana, está igualmente llamada a vivir la grandeza, belleza y santidad de la Sagrada Familia; y hacerlo tanto desde su pecado, dolor, olvido, desprecio, o injusto y desigual trato, como desde el caudal de gracia en que se baña cada día. La Sagrada Familia, y nuestras Familias, Comunidades, Asociaciones, Parroquias, Iglesias, Fraternidades, todos, estamos llamados a vivir el don y la gracia de la Comunión, que es la ligazón de luz y amor de la Sagrada Familia. Todos BROTES DE OLIVO. Como hemos recordado en la celebración de los 50 años del grupo familiar, comunitario y musical católico Brotes de Olivo. Una familia de 13 hijos con los padres, Rosi y Vicente, rodeada de la gran familia laical de Pueblo de Dios, y de todo el pueblo bautizado y eucarístico, de la Iglesia santa. Salmo 127: "Tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa". Gracias, Pueblo de Dios. Gracias Brotes de Olivo, por ganar nuestros corazones para Cristo y su Evangelio.
TRABAJA EL CUIDADO MUTUO: El Papa no deja de insistir en la regeneración de la cultura del cuidado. La Familia es exponente de los cuidados que vivimos, aprendemos y compartimos los seres humanos. El cuidado de niños, ancianos, hermanos, vecinos y padres. Eclesiástico 3: "Sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas". Los niños de los barrios populares transparentan las dificultades de los padres para mantener el equilibrio de los sanos cuidados en sus hijos; del mismo modo, que la sociedad transparenta las dependencias a las que se ven sometidas las familias para cuidar a sus mayores. Pero, no olvides que todos somos una FAMILIA. La Iglesia no ha cejado a lo largo de los siglos de proclamar que todos cuantos poblamos la Tierra entera estamos llamados a ser la gran familia de Dios. Lucas 2: "¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre? Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón". La Casa de su Padre es la gran Familia a la que Él vino a servir. Y del mismo modo que Él lo hizo, hasta beber el último sorbo del cáliz de la Pasión, así tú estás llamado a darlo todo por esta nueva y gran familia universal de la humanidad, imagen de la Trinidad Santa, y de la que se alimenta la Sagrada Família de Nazaret, y cada una de nuestras familias.
Conserva todo esto, como María, en tu corazón.
Antonio García Rubio.