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sábado, 8 de mayo de 2021

VI DOMINGO DE PASCUA



"QUE OS AMÉIS". ¿Adónde nos lleva la fidelidad al mandamiento de Jesús? Es tan simple y bello, tan auténtico y clarividente, tan presente y eterno, tan verdadero y sustancioso, tan creativo y audaz, tan tuyo y para todos, tan esperanzador y concreto, tan radical y sencillo, tan sabio y común. Este 'QUE OS AMÉIS' lo lleva todo en sí, lo contiene todo, pues en él está el ser y el doble compromiso, el de Dios y el de la humanidad. Nadie nunca hizo una convocatoria tan saludable y afectiva, tan atractiva y abierta, tan capaz de ser inicio y meta, camino y parada, quietud y servicio, entrega y mirada. De un modo elemental y primigenio, Jesús nos hace una propuesta que sirve para todo tiempo y lugar, y para todo ser vivo. Esa es su vocación y es la nuestra, su misión y la nuestra, su pasión y la nuestra, su liberación y la nuestra. Siguiendo el nuevo mandato del amor las vidas cambian, las actitudes despiertan, los pensamientos se transforman, los sentimientos se elevan, el compromiso con el bien común crece sin parar, la interrelación se prodiga, y la alegría se hace un ambiente sano en el que se puede vivir y convivir. El mandato supera toda justicia humana, lo puede todo, y 'no pasa nunca'. Con él en marcha, hecho vida, la humanidad se encamina a la comprensión de lo oscuro, al gozo por las diferencias, a la superación de las enemistades, a la madurez de todo ser humano, a la eliminación de las injusticias, a la abolición de las ambiciones y a la aparición de una nueva conciencia fraterna. Con él se nos acercan ‘los cielos nuevos y la tierra nueva’ que proclama el Apocalipsis.

Para de soñar, diréis. Pon los pies en la tierra. Lo que ocurre y acontece es todo lo contrario. Escucha: 1 Juan 4: "Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor". Aquí hay mucha tela que cortar y mucho que vivir para los fantásticos, los racionales, los impositivos, los espiritualistas, los místicos, los casados, los profetas, los nuevos 'ministros' catequistas, los controladores, los ideólogos, los simplones, los moralistas, los obispos, los bautizados y los monjes. En realidad, todos estamos en el mismo barco y llamados a vivir la esencia de los evangelios. El que no ama no ha conocido a Dios. El que no conoce a Dios, no ha de hablar de Él, porque lo que consigue es confundir y hacer crecer el número de los ateos. Hay que entrar en las entrañas de la luz de la Cruz y de la Resurrección de Cristo y del sufrimiento sin salidas de los pobres, enfermos y destronados de este mundo. Dios, enaltece a los humildes, los levanta del polvo de la humillación, y lava los pies sufridos y embarrados en los caminos, fronteras y marginalidades del mundo. Estamos rodeados de amor y misericordia, pero bastante ciegos. Afina la mirada, me digo. Mira a los humildes, a los pobres, a la gente sencilla. Ellos hablan por sí solos. Dios Amor y ellos amados. Juan 15: "No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros". Esta elección requiere libertad, madurez y determinación. Es Él quien nos elige. Y lo nuestro es dar fruto. Basta con la fe, con la confianza, con la determinación. QUE OS AMÉIS. QUE OS AMÉIS. ¿Le haremos caso? ¿Le harás caso?

La Pascua es tiempo para estar atentos, para prestar atención a lo que el Espíritu suscita donde quiere, como quiere, cuando quiere. No hace ascos. Mira los corazones heridos, y los cuerpos muy heridos, y los repara, y los capacita. Aprende la mirada y la acogida del Espíritu que transmite Hechos 10: "¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros? Y mandó, Pedro, bautizarlos en el nombre de Jesucristo". A nadie le niegues el amor. Une tu vida a la de los no amados, no valorados o descartados. Ábreles las puertas de la vida nueva, liberada del mal, abierta al bien, la justicia y la paz, a Dios mismo.

Alarga aún más tu mirada interior. No dejes de susurrarte al oído del corazón que ha de abrir bien la escucha y la mirada. Salmo 97: "Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera, gritad, vitoread, tocad". Contempla la victoria de Dios. La que supera toda finitud, la que trasciende todo sufrimiento, la que aprende de todo lo finito para seguir los pasos del Viento, la que mantiene una lógica interna, un fino hilo que da unidad y comunión a todos y a todo. Aclama. Grita. Vitorea. Toca. Canta. Despierta. Ama incondicional y comprometidamente, con los pies en el suelo, pero obediente, AMANDO. “QUE OS AMÉIS”.

Antonio García Rubio.

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