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sábado, 17 de julio de 2021

DOMINGO XVI TIEMPO ORDINARIO




DÉJATE ACARICIAR POR LA PALABRA. ERES PASTOR. 

Jeremías 23: "A los pastores que pastorean a mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, las expulsasteis, no las guardasteis; pues yo os tomaré cuentas". Al escuchar la Palabra, corres el riesgo de utilizarla para juzgar o condenar a otros. Cuídate de ello y experimenta que la Palabra ilumina y alerta tu propia vida. Aparta la cerrazón, y déjate tocar, acariciar, mesar, cuidar, despertar, e incluso sacudir o zarandear por la Palabra; hazlo con autenticidad, con medida, con el amor que la Palabra encierra en sí, y con la mirada puesta en la misión renovada que te propone. Quizás andes dormido, apenado, volcado en tus preocupaciones, necesidades y seguridades, enquistado, atrapado y carente de la frescura y la libertad que te ofrece la Palabra al acogerla y meditarla. Pero, este domingo déjate acariciar, amar y espabilar por ella. Se dirige al pastor y al que abre el corazón al don de Dios. Tú eres uno de ellos, y eres partícipe de la misma vocación y misión. Estás invitado a alentar y a favorecer en tu personalidad creyente y en tu comunidad las cualidades del Buen Pastor.

EL BUEN PASTOR TE ESPERA RECOSTADO EN SUS VERDES PRADERAS, PARA ENSEÑARTE.

Salmo 22: "El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas". Aquí el Buen Pastor, recostado de amor en las verdes praderas del Reino, espera tu vuelta, tras tu peregrinaje por la tierra. Espera paciente y gozoso, para sanar tus heridas, y recomponer al hijo amado. Al peregrinar aprendes a ser libre, a ser amigo, amar incondicionalmente, despojarte de superfluo, confiar con o sin dudas, fortalecer la fraternidad, invocar la paternidad, y ejercitar la solidaridad. ¡Qué buen pastor! Espera, sabe, comprende, alienta, llama... Desea tu retorno a casa con fe y visión amplia, con un corazón y una mente iluminados y tiernos, con sabiduría y humildad, con un alma limpia, creciente, crucificada, y aprendiendo del dolor... En Jesús se reinicia, con la fuerza del Espíritu, la posibilidad de adelantar el Reino que está ya, aquí y ahora. Él te conduce en sencilla y cálida oración. Y te enseña el aeiou del camino de vuelta a casa, la espiritualidad de reino.

ÉL ABLANDA EL ODIO DE LA DIVISIÓN CON SU AMOR DOLIENTE EN LA CRUZ.
 
Efesios 2: "Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio." Tus enemigos principales son el odio y la división, presentes en el seno de la familia de los bautizados. Cuida de que las diversas familias y grupos cristianos no se atasquen en su vivencia de la fe, no se dejen ganar la mente, entrañas y corazón por el veneno de los prejuicios, ideologías, falsedades, envidias, celos o apetencia de dominio sobre los otros. Escapa de interpretaciones auténticas o no de la tradición, no las utilices como armas arrojadizas contra tus enemigos. Tus peores enemigos están en tu corazón y en tu casa. Jesús ha venido a sanar y reconciliar. Haz tú lo mismo. No te alíes con otros cristianos para herir, enfrentarte, creerte mejor, elegido, salvador, auténtico depositario de la verdad revelada. No pretendas extirpar a otros. La cruz dio muerte al odio enlatado. No invalides la cruz de Cristo. No le crucifiques de nuevo. La rabia contra otros te carcome. No compitas por ser más, para dominar. Deja a Dios ser Dios. "Vino y trajo la noticia de la paz: paz a vosotros, los de lejos; paz también a los de cerca". ¿No te conmueve este Cristo? ¿No te conmueve su cruz?

LA CLAVE: EL AMOR INCONDICIONAL. LA LÁSTIMA.
 
Mateo 6: "Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma". Esta es la clave del amor incondicional, la que te puede liberar del odio y de las aberraciones que esconde. 
SIENTE LÁSTIMA POR TUS HERMANOS. Hazte uno con ellos. Ama extremosamente. Olvídate de ti y tus maletas salvadoras, llenas de recetas. Conviértete a la bondad, que ella sea la gran verdad. Pon humildemente a la cola tus ocurrencias, aunque sean las más avanzadas y creativas, o las más tradicionales y fervorosas. Rompe con la insensibilidad de los que desprecian y apartan, desalmados o con dobles intenciones, a los que se creen malos o bobos o tontos o depredadores o corruptos o errados o desenfocados o traidores. Siente lástima, lame el alma y las heridas de tus enemigos con amor infinito. Pon el amor por encima de todo. Afírmate cada mañana en el amor, y sólo en el amor. Reafírmate en el amor, en la bondad, en la belleza, y en la verdad que presupone a las anteriores. Sólo el amor. Sólo el amor. Sólo el amor incondicional, carente de todo deseo de mal ante cualquier hermano.

Antonio García Rubio.

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