Centra la mirada en Santiago. El Patrono de España te ayuda a adentrarte a una de las esencias más hermosas y clarificadoras del Evangelio. Jesús se pone serio con los discípulos. Y les muestra el camino: Mateo 20. "Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos". Zurce este texto a tu conciencia. Tras levantarte de la muerte, la increencia y la desmemoria por el bautismo, renace a la vida. La fe, humilde ejercicio de confianza, te dirige a la Palabra de Jesús. Vívela en tu silencio orante, tu pensamiento, tu observación; en tus celebraciones, decisiones y acciones; en tus frustraciones y tu llanto. Jesús, coherente, va delante de ti, enseñándote lo que Él ya ha probado y padecido. 'Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida'. Al verle se te caerán las lágrimas de tus ojos infecundos; llorará tu incoherencia al notar su cercanía coherente. "Verdadero Dios y verdadero Hombre". En Él te mirarás con sosiego y esperanza. Cose su Palabra y grábala a fuego en tus entrañas. Como Santiago, aprende de sus labios y gestos. No tiranices ni oprimas, sirve a su Evangelio. Afronta tus tentaciones y fracasos de cara, en nombre de su Evangelio. Ese es el toque de distinción de tu conciencia de hombre de Dios. Nace del Agua y del Espíritu, y abandonar al hombre autorreferencial. 'No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo'. No te mantengas ciego. Hay un doble camino. ¿Por qué senda encaminas tu familia, empresa, asociación, trabajo, cultura, relaciones humanas, estilo de vida, interioridad, acción solidaria, comunidad, tu Iglesia? ¿Irás por la vía grandiosa de los poderosos? O, ¿por el humilde camino de los servidores? ¿Buscas a los de los primeros puestos o a los últimos de la fila?
GRITA FUERTE: 'SOY UNA MUJER, UN HOMBRE FELIZ'.
2 Corintios 4: "El tesoro del ministerio lo llevamos en vasijas de barro para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes, llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo". Vive junto a Jesús. Es la más sana felicidad vivida en la máxima fragilidad. Un tesoro. Y vive con los que te despiertan su memoria, los pobres, hambrientos de luz, de compasión y de palabras que le devuelvan la esperanza. Sólo seguirás sus pasos si eres feliz al vivirlo y hacerlo; si llevas contigo, como Pablo y Santiago, aprietos, apuros, acosos y derribos. Sus andanzas te recuerdan que su seguimiento es para locos enamorados, y no para gente triste. El discípulo, que nunca considera el seguimiento como una carga, es feliz en el centro de la noche del mundo y de su propia noche; y grita fuerte: 'Soy una mujer, un hombre feliz'. ¿De dónde te viene esa felicidad? Del amor puesto en tu determinación de seguirle, en tu entrega a tus hermanos, los humildes, en tu dolor aceptado en la desesperanza, y en la gracia experimentada. Todo nace en el amor, por amor, y como amor.
SANTIAGO, APÓSTOL, OBEDECIÓ.
Si un hombre obedece a Dios antes que a los hombres, se va a encontrar con la risita o el desprecio de los que no piensan como él. Le sucedió a Jesús. Y le ocurre también al Papa Francisco, cuando dice o decide algo que no gusta a los hombres. Hechos 4: "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero". Oye y obedece a Dios. En la Iglesia, con su Palabra y su Evangelio, Jesús te ofrece el camino de la Salvación. No te pone pesadas cargas sobre tus hombros, ni sobre los de tu pueblo. Se transparente, o al menos sincero, y no disfraces tus ambiciones, obsesiones, ideologías o pecados con piel de manso cordero. El Salmo 66 abre otra puerta: "El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación". Piedad, bendición, iluminación espiritual, conocimiento del Misterio de Dios y del Hombre, encuentro de comunión y reconciliación de todos los pueblos de la tierra, salvación universal. Hay mucho en juego en esta historia de historias, de amor entrañable e incondicional. Lo muestra una vez más el Año Santo Compostelano. Tras la resurrección de Cristo, pon el salmo en presente: "Hoy, el Señor tiene misericordia de este pueblo, lo bendice e ilumina con la luz del rostro resucitado de Cristo; nos da a conocer su plan de salvación, su renovado encuentro de reconciliación, su paz, su libertad, y su Comunión. Obedece como Santiago. Feliz día del Apóstol. Buen Camino.
Antonio García Rubio.
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