ÉL TE OCULTABA LO MEJOR. ¿Te has preguntado qué suscitas en los que te rodean? Acepta que cada persona es un misterio profundo; similar al misterio del Dios que habita el Universo, y que se adivina en tu corazón y en el de la humanidad. Eres valioso para Dios. A veces, te consideras en exceso, y así oprimes o anulas a otros; a esto se le llama protagonismo exacerbado; otras veces, te desprecias y consideras que no vales ni sirves para nada; y eso presupone una autoestima de mínimos. Ni te sirve una cosa ni la otra. Evita las malas pasadas de tu ego. Mírate desde el Misterio de Dios como un humilde y amado misterio; y descubre los valores insospechados que encierras, y guardas ocultos para compartir y ofrecer como un servicio. Su visibilidad depende de que los pongas a andar; confía, y te aparecerá la respuesta. Dios empezó, a través de los profetas, a mostrar lo que escondía su corazón y era mucho. Jeremías 33: "En aquellos días y en aquella hora suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra". Tenía oculto lo mejor de lo mejor: a Jesús, su Hijo, Jesús. En el inicio del Adviento, de nuevo, pídele que venga; y espera con fe. Hay mucha gente que lo anhela, aunque por el Misterio que es, no sepa verlo, intuir, o comprenderlo. Pero el hecho de desear, hace ver que le necesita. Pide con ellos, con determinación, que venga: ¡Ven, Señor Jesús!
¿PODRÁS ABANDONAR TUS SENDAS EMBROLLADAS Y BILIOSAS? Salmo 24: "El Señor es bueno y recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes". El Salmo pone un toque de hondura con el que te encaminarás, a lo largo del Adviento, a descubrir el Misterio oculto en tu misterio. Es muy bueno, la bondad impensable, Aquél al que esperas hoy de modo consciente. Y es recto a pesar de que te encuentres instalado en un tiovivo o una montaña rusa. En ese sin vivir de tu vida, y de la de tantos frágiles, desalentados, y pecadores, Jesús es camino que conduce a la puerta de una nueva vida para los humildes. Sométete libremente a las enseñanzas de Jesús. No camines más por sendas retorcidas que te alejan de su Reino, su transparencia, su verdad, de un amor que te espera con los brazos abiertos. Sé humilde. Abandona la prepotencia.
TÚ, AUNQUE TORPE, MANTENTE A SU LADO, Y APRENDIENDO A ESPERAR Y AMAR. Sólo el camino del humilde Jesús, crucificado y nacido en un pesebre, del que la Iglesia y el Universo esperan su retorno, resulta hoy el Camino. "Yo soy el Camino". El camino, simplificando mucho, y con gran entusiasmo, es el itinerario del aprendizaje en lo esencial, en el amor. 1 Tesalonicenses 3: "Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos. Y que así os fortalezca internamente, para cuando Jesús, nuestro Señor, vuelva". Un día, te descubrirás a su lado aprendiendo a amar y dejándote amar. Y ese ejercicio, lo percibirás ligado a tu vida cotidiana, a tu familia, tu comunidad, vecindad, compañeros, amigos o enemigos. Ama al despertar o en el aseo, ama al preparar el desayuno o en el Metro, ama al llegar al trabajo y en cada encuentro, ama al tomar un respiro con el Señor y con el pobre de la calle, y ama con la cajera del Súper o la enfermera que te pone la vacuna. Ama al tomar decisiones y al dialogar, al pasear o en el gimnasio, en tu tiempo de lectura o al escuchar música, al trabajar en el taller o la oficina. Aprende a amar con tus contrarios y tus diferentes, con tus adversarios o enemigos. Y, retorna siempre, con Jesús al lado, al camino del amor mutuo, a la experiencia de amar a todos.
NO VIVAS SÓLO DE CERVEZA. VIVE EL ADVIENTO EN COMUNIÓN. Lucas 21: "Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida". No te embotes de cervezas o de pasión por el dinero, de alucinógenos o pornografía, de amarguras y desdén, de compras compulsivas y envidias, de dominio o de ser más listo que nadie, y de provocaciones estériles. Si te ves sometido, manipulado, confundido, atrapado, levántate. Busca ayuda. Abre el corazón a tus hermanos, a los que dan trompicones contigo en medio de la noche; pero, no te cierres en ti. Es hora de que despiertes, te levantes, recuperes la dignidad perdida, goces de lo pequeño y de ser austero, y de mantener la cabeza orientada hacia el amor. Con Jesús anda cerca la liberación. Céntrate en su Palabra, en la amistad con Él y con tus hermanos. Conviértete en persona digna, válida, consciente del momento crítico que vives, y de la importancia de tu fe. Cultívala, cuídala, compártela. Todo en común, todo en comunidad. Jesús llega cuando su pueblo le espera unido y en comunión.
Antonio García Rubio.
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