Cuando Jesús dijo a sus discípulos que eran la luz del mundo, quizá tuvo presente a Daniel 12: "Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad". Jesús te ha elegido para esta misión, tras recibir el bautismo, ha sido encaminado por la senda de la sabiduría y la justicia. El profeta une sabiduría y justicia, ambas ceñidas por la belleza de la luz, el fulgor de las estrellas, del firmamento, y situadas en la eternidad. Es intensa la vocación y la misión por la luz, que te ofrece Jesús. VOSOTROS SOIS LA LUZ DEL MUNDO. El final del año litúrgico adentra en tus entrañas el gusto, el perfume, el oído, el tacto, y la visión de lo eterno, y lo mismo hace en la vida, la Liturgia, la solidaridad ejercida, la oración constante, y en el Tú a tú, en tu diálogo con el Señor, en tus momentos de comunicación sobre la fe, sobre el evangelio o en el trabajo por la justicia de esta Iglesia acompañada por el Papa Francisco. La vocación eclesial sigue estos pasos; es lenta, va hacia delante y hacia atrás, como la vida misma, pero camina, y se adentra, con respeto y humildad, en el corazón de la historia humana, en sus dramas infinitos, sus sufrimientos, y va haciéndose, en el fulgor del Universo, historia de salvación y de amor.
Marcos, 13: "Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta". ¿Ves el vaso medio lleno o medio vacío? Jesús no vino a meterte el miedo en el cuerpo, a pesar del lenguaje apocalíptico de su época, sino a ayudarte a experimentar tu historia como una oportunidad única para, sumergido en su dolor y su esperanza, acercarte a Dios, genuino manantial de la vida. "Cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta". ¿Se puede decir algo más bello y auténtico? Lo que para otros es negativo, injusto, catastrófico o atroz, para ti es una generosa oportunidad de encuentro con el abrazo de amor del Padre y el de tus hermanos, los pobres, los enemigos. Llevado por la Palabra, por Jesús, intuyes y te acercas a lo imposible, o lo peor, que acaba convirtiéndose en la oportunidad de alcanzar lo que secretamente anhelabas, y ya vivías en ese "ya, pero todavía no" del reino de Dios. Él está cerca, a la puerta, y te llama. Eres luz. Serás estrella.
Vuelve tus ojos a Cristo, y al mirarle, no dejes de mirar a los crucificados de la historia. Hebreos 10: "Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta". La entrega de Cristo se une por el amor al resto de los entregados y sacrificados. Así convierte su entrega voluntaria, su cruz, en instrumento de vida, de eternidad y de libertad para los crucificados de la tierra; y en oportunidad de dar vida a más y más generaciones de seres humanos sangrantes o heridos. Les espera y te espera el tiempo y la hora definitiva, mientras el amor hace su tarea en medio del barro podrido de la historia. El tiempo que falta, en el que estás, es tu tiempo, tu oportunidad de ser y de vivir. Y, aunque la historia humana sea terrible o agónica, seguirá siendo una espera para que más y más personas puedan vivir y participar del don de la vida, del 'aquí y el ahora', aunque sea estrecho el camino para conseguirlo. Trabaja, de la mano de la gracia, para que llegue el día de la libertad, la paz, la sonrisa inocente, y del encuentro amor con Dios y su pueblo liberado.
Los discípulos, creyentes, profetas, bautizados, hombres y mujeres de buena voluntad de todo pueblo, raza, lengua, religión y nación se atreverán a buscar, intuir, desvelar y cantar, esto que nos presenta el Salmo 15: "El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré". Esta es la dicha de los hijos de la Luz, los elegidos al nacer en esta tierra y ser constituidos como luz del mundo. Bienaventurado tú si acoges esta buena noticia: El Señor es el lote de tu heredad y tu copa, aquí, entre las dolorosas y diversas pruebas de esta sociedad; y aquí, junto a Él, está tu suerte, tu presente, tu vocación, tu consuelo, tu paz; y aquí, con Jesús, no te cabrá vacilar, te sentirás seguro, pacificado y pacificador, honesto, buscador, y sincero entre la diversidad y la pluralidad. ‘Mirad que todo lo hago nuevo’. Alégrate por lo que es, por lo que está, por lo que viene, pues todo te conduce a la comunión y al encuentro definitivo. Pelea con dignidad por la tierra, por el trabajo y por el techo para ti y para tus compañeros y hermanos de camino, mientras continúe tu peregrinación. "Un acto de amor, un movimiento de compasión verdadera, canta, por el hombre que lo hizo, las alabanzas divinas, desde Adán hasta el final de los tiempos, cura a los enfermos, consuela a los desesperados, calma las tempestades, rescata a los cautivos, convierte a los infieles y protege al género humano”. León Bloy. Esta vocación y misión es apasionante. No temas, Él va delante, va el primero.
Antonio García Rubio.
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