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sábado, 15 de enero de 2022

II DOMINGO TIEMPO ORDINARIO




MARÍA PRESENTA A JESÚS, Y DESAPARECE. Cristo es el verdadero protagonista de esta tercera manifestación en Caná, pero María es una fuente preciosa de información para los planes de nuestra vida de fe y para la misma acción de la Iglesia. Si ya tienes años, has de levantar la cabeza con una sonrisa serena y con la dignidad de la edad, y presentar la vida, el proyecto y la ilusión de los jóvenes que te rodeen, con el fin de que se responsabilicen de las tareas encomendadas; y has de apoyarlos con autenticidad, radicalidad y con una sentida y perfecta alegría. Abandona una sensación propia de la edad adulta, que te puede llevar a creer que lo tuyo, lo de tu juventud, fue lo mejor, pues eso ni es verdad, ni tampoco es mentira. Es una afirmación cierta para ti que la haces, pero poco válida para los jóvenes actuales, que viven en otras coordenadas vitales. Determínate a apoyar a los jóvenes, que son parte importante del presente y del futuro de la Iglesia y de la sociedad, y vive bien esa experiencia de dejarles libre el paso, con paz entregada, como un nuevo presente para ti, lleno de experiencia, y de renovada fuerza espiritual. Lo sugiere Isaías 62: "Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó; la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo". Puedes hacer un flaco favor a la vida, y a la Iglesia, quedándote atascado en lo que quizá ya no es, en esa especie de "agua pasada, que ya no mueve molino". Sitúate en la alegría de los jóvenes esposos. Ponte a la altura de lo que está aconteciendo, del vino nuevo que representan, como sucedió con Jesús y su madre; y no te quedes atrapado en la penuria del saber de tu ego, y con la mente en el pasado. Como persona mayor, acumulas sensatez, y has aprendido a situarte con la humildad de una persona de fe. No olvides que posees una de las dos llaves, sólo una, para que se den las condiciones con las que abrir un encuentro intergeneracional. Y para que este encuentro sea fructífero, y ayude a acrecentar y a alentar la fe común, comprometida, y la comunión, cuida que tus relaciones humanas sean afectivas, sinceras, capaces de reconocer y valorar a los jóvenes y de vivir la alegría instintiva de la amistad entre generaciones. Es así como facilitas su necesario crecimiento, y es así, con sencillez y humildad, como va menguando tu poder de acción. "Conviene que yo disminuya, dice el Bautista, para que Él crezca". Si has recibido la luz, nunca dejarás de iluminar, lo harás mientras vivas, pero sí puedes dejar de protagonizar, o de imponer, en el caso de tener un ego tozudo, y puedes renunciar a seguir desarrollando el crecimiento de tus modos de ser, decidir y obrar. Puedes aprender, como María, como Juan el Bautista, a disminuir, o como la otra María, a fundamentar tu vida en esa sola cosa que es, según Jesús, lo importante. Ese nuevo ser y hacer puede ir siendo ahora, tu oficio, y tu gran beneficio. El adulto en la fe, sabe reconocer que llega el tiempo de los jóvenes, aunque sus modos y sus sensibilidades sean diferentes a las suyas.

ENSÁMBLATE CON TUS HERMANOS. La liturgia de la Iglesia te sumerge cada domingo en la alabanza, y en la bendición. Salmo 95: "Cantad al Señor, bendecid su nombre. Proclamad día tras día su victoria contad a los pueblos su gloria sus maravillas a todas las naciones". La alabanza, la bendición y la proclamación de las maravillas de Dios contigo y con todos es la mejor manera de quitarte los molestos pájaros de tu ego y de tu cansina cabeza, o de tu cabezota. Bendice, sí, no maldigas. 1 Corintios 12: "Hay diversidad de dones, diversidad de servicios, y diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común". Con delicadeza, quítate del centro, del protagonismo. No estorbes al establecimiento de la belleza de la Comunión en la diversidad. Tanto si eres joven, como si eres mayor, aprende a ensamblarte con tus hermanos, a discernir qué es lo que construye la paz en una comunidad de bautizados diferentes, pero con una misma y sola fe. Cada generación difiere de la anterior, corrige sus fallos aparentes, y aporta otros distintos. Lo importante es que dejes correr la fe con libertad por los cauces y las praderas de la historia. Esta época delicada que te toca vivir, es para que tú, joven y mayor, aprovechando las energías, los dones, los talentos, los servicios, las funciones y la gracia del Espíritu, cuides con esmero la inteligencia de tu fe, la experiencia de la magnitud y trascendencia del Misterio de Dios, el estímulo de la oración, la consciencia de la esperanza que no defrauda, tu crecimiento en los sentimientos de Cristo, tu sensibilidad de la caridad, la encarnación de tu vida creyente en el servicio, el cuidado y la liberación de los pobres y de sus pobrezas, y cuides además el aliento que te dará la sabiduría, la espiritualidad, la mística y la profecía del Evangelio de Jesús. Y hazlo en la medida que te corresponda.

PON LO NECESARIO. Y todo por el Evangelio, por la Palabra, por el Señor de la historia, por el manifestado a los hombres. Hoy, la tercera Epifanía, situada en la bella y humilde fiesta de las bodas de Caná. De la mano de su madre, entrando en su provocación, Jesús se manifiesta a un pueblo de gente sencilla, en la centralidad amorosa de su vida y en sus carencias, y lo hace con un gesto muy vivo y asequible, sin necesidad de palabras, con la grandeza de quien se sabe unido a la tierra, a la historia y a la vida real de un pueblo anclado en la historia, en sus alegrías, en sus necesidades y penurias. Él ha venido para devolver la alegría y la esperanza a su pueblo. Juan 2: "Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú en cambio has guardado el vino bueno hasta ahora. Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en él". Dios guardó, sin lugar a dudas, el vino bueno para el final de la historia. Dale gracias, y pon lo necesario para que la trasmisión del vino bueno pueda seguir dándose en esta época crucial.

Antonio García Rubio.

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