Main channels, clicking on these links you arrive ok

sábado, 29 de enero de 2022

IV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO




HABLAMOS DEL AMOR, DEL DIOS DEL AMOR. 1 Corintios 13: "[El amor] Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no pasa nunca". Acércate al misterio de tu vocación, al contexto de la llamada de Dios, y toma conciencia de que es el amor el que mueve todo lo relativo a tu vida de fe. Lo disculpa, lo cree, lo espera y lo aguanta todo; es un amor que no tiene barreras, presiones, miedos, afecciones, prejuicios, ni límites. A ti sólo te moverá de tu situación adquirida, un amor mayor, más atractivo, convincente, perfecto, y más engatusador que el que te ata ahora. Se llama 'amor', incluso a actitudes contrarias al mismo, como el amor al dinero, o el amor a otros innumerables 'dioses' que atrapan y afectan gravemente al ser humano. Pero, en la fe hablamos del Amor, del Dios del Amor, del Manantial de amor que todo lo puede, y no pasa nunca, del que bebe se el Agua, que quita la sed. Has iniciado tu aventura de la fe, como cristiano, en el baño en esa Agua, en tu bautismo. Mira a ver dónde se produjo esa llamada, y el encuentro de vértigo entre Dios y tú, entre el hombre y Dios. Dónde se dio tu llamada. No te será fácil determinarlo. Cada llamada de Cristo a sus discípulos es única y personal. Y aparece ligada unas veces a situaciones de dolor, a una aguda crisis, a una miseria humana o pobreza, a una injusticia radical, una vivencia de un infierno, una gran oscuridad; y otras veces resulta sorprendente. Y nunca se adapta a la imagen que cada uno tiene de sí. No cuadra lo que siente un hombre, con lo que le pide la llamada. Pero, lo que no parece posible para el hombre, es posible para Dios. Para Dios nada hay imposible. Y la autoestima del hombre sube enteros al ser llamado por Dios; y, cuando se da, este no alberga duda alguna sobre su veracidad.

RELATA TU LLAMADA A LOS AMIGOS. Hoy se nos ofrece el relato de la llamada a Jeremías 1: "Antes de formarte en el vientre, te escogí, antes de que salieras del seno materno, te consagré: Te nombré profeta de los gentiles. Tú cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que yo te mando. No les tengas miedo, que, si no, yo te meteré miedo de ellos. Mira: yo te convierto hoy en plaza fuerte". Este texto apasiona a quien se confronta con él. Elección y consagración preceden a la llamada al profeta. ¿Te has sentido alguna vez llamado? ¿Te crees tan importante para Dios, como para que Él haya pensado en ti mientras ibas tomando forma y alma en el seno materno? Evidentemente la llamada que dice: "ponte en pie, di lo que te mando, no tengas miedo, te convierto en fortaleza", te acobarda y te apasiona. Pero el profeta que la oye, tras mostrar su pavor, se pone en marcha. Cuando Dios habla, la aventura se desliza sola. Mira con atención las llamadas que has recibido, seguro que te desvelarán lo que te pasó entonces, y te pasa ahora. ¿Tu boca, como dice el Salmo 70, canta agradecida la presencia, la protección y la misión dadas?: "En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno, tú me sostenías. Mi boca contará tu auxilio, y todo el día tu salvación". Jesús atrae como un imán. Cualquier bautizado, amado y tocado del Amor a Dios y al prójimo, camina de su mano, y planifica su aventura con otro hermano, al que comprende, gusta, escucha, saborea, olfatea, toca, o percibe. Los sentidos se ponen en danza al saberse convocados por el Amor; y tienen la certera sabiduría interior de que han sido creados para el increíble baile de una obediencia amorosa (Madeleine Delbrêl). Cuenta a tus amigos la miga de tu llamada, y ponte en camino, como lo hacen los nuevos ministros laicales, catequistas y lectores, instituidos por el Papa Francisco el pasado domingo, invitando así a todas las Iglesias a hacer lo mismo. Cuenta a los otros lo que Dios ha hecho contigo. Ese es el principio de la evangelización, y de la necesaria renovación de la Iglesia. Todos, con todos, entre todos y para todos.

JESÚS SE ABRE Y TE ABRE PASO EN TODO LUGAR. No es fácil ponerse en marcha, ni lo fue para los profetas, apóstoles, bautizados de todos los tiempos, o llamados de hoy. Nuestra historia creyente, y toda llamada de Dios, nacen en la Cruz del Señor, y en las cruces de los crucificados de nuestra historia. Una cruz que empezó para Jesús al inicio de su ministerio público. Unas cruces en las que los discípulos no lo tendrán mejor que su Maestro. Lucas 4: "Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba". Con sólo abrir la boca, se le echaron encima. Y eso, de mil maneras diferentes, te puede pasar a ti, discípulo bautizado: en tu familia, la universidad, tu ambiente del trabajo, la calle, el ambiente cultural, y hasta en la propia Iglesia. Pero, no te apures, no les cojas miedo, persevera, se valiente, ten ánimo, confía en el Señor que ha comenzado en ti la obra buena, apasionante, aventurera. Él la llevará a término. Mírale a Él a punto de ser despeñado, y, a la vez, abriéndose paso, con grandeza de alma, con la frente alta y con la mirada limpia, entre todos ellos. Adéntrate en tu llamada y tu camino de ministro del Evangelio con honestidad y verdad. Acompaña a Jesús en su andadura por todas las calles, plazas, barrios, puertos, mercados, barullos, parques y lugares de hambre, noche, insensibilidad, violencia, pecado, o abismo. Y ahí, en la vida cotidiana de cada día, en el dolor de la humanidad peregrina, lleva y muestra la tenue luz, el coraje, la sanación, y la vibración en acogida y en amor de Jesús. Él puede. Y tú con Él.

Antonio García Rubio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario