PALABRAS SOBRE LA PALABRA. La Palabra te retorna, una y otra vez, a lo esencial, lo que perdura, lo importante. Es tanto como decir: la gracia, el don de Dios, el Espíritu, el Reino; también lo puedes ver como lo que te trasciende y saca de ti, de tu ego; o lo que permanece: la perla, el aliento de Dios, la Trinidad Santa, el ser; y aún puedes mirarlo como tu “intimidad más íntima”, tu “espíritu y verdad”, la “porción de tu heredad”, tu “mejor parte”, tu centro; e incluso puedes concebirlo como: seguimiento, postración, Misterio, hermano, Hijo Amado; o mirarlo a través de algunas expresiones y parábolas: el Verbo Encarnado, la Resurrección y la Vida, la levadura en la masa, el grano de mostaza, el tesoro escondido, la moneda perdida. Todas, palabras sobre la Palabra. Innumerables. En busca, todas ellas, de la belleza, la verdad y la bondad. En todas te puedes perder, y en todas, y muchas más, flechas que orientan en una sola dirección, te puedes reencontrar; y, con ellas, renacer. “Una cosa te falta”. Jesús te pone en quietud, sosiego, estado de lentitud, eco percibido, intimidad entrañable, espera que aguarda, fe que abre sendas, o esperanza que prolonga la emoción y el suspiro. Y eso es posible siempre que tus sentidos, tu gusto, tu paladar, tu mirada, tu contemplación, tu olfato, tu perfume, tu tacto, tu toque, tu escucha, tu atención entren en juego. “Como busca la cierva, corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío”. Andas rodeado de bendición y bienaventuranza. Déjate atrapar en su red. Sé un pez que se deje soñar.
LA MALDICIÓN VIENE DEL OLVIDO DE DIOS. Lo que no es, lo ves, lo escuchas y lo sufres cada día, en campos como la economía, la política, la cultura, o la religión rígida e impositiva. Está suficientemente retratado y vivenciado en la Escritura, y en la Tradición. Aquí tienes las palabras radicales y elocuentes, vibratorias, de Jeremías 17: "Maldito quien confía en el hombre, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien, habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita". La obra de Dios, toda ella es buena, y es conductora hacia lo importante, hacia lo único que te falta, y da consistencia a todo; al Señor, la piedra angular. La maldición te viene del olvido de Dios, de tu encierro en ti, de tu bloqueo en el ego y sus razones. Todo te conduce a la vida, sin que pierdas lo que te da consistencia, luz y sentido. Eres testigo de ello. Y, desde las imágenes: cardo en la estepa, aridez en el desierto, tierra salobre e inhóspita que no alcanza a ver llegar el bien, la misma Escritura, en el Salmo 1, te muestra la otra cara de la moneda: "Dichoso el hombre que su gozo es la ley del Señor. Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón, y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin". El hecho mismo de pararte, aquietarte, encarnarte y empequeñecerte, te torna contemplativo de los pobres, místico de lo cotidiano, atento a la obra del amor. Retomas la escucha de la Palabra que devuelve la vida robada; te conviertes en gozo por la escucha de la Palabra de Dios, y en árbol plantado al borde de la acequia, al que no faltará el nutriente esencial; darás fruto abundante y sabroso, y no se marchitará en ti el frescor, la ternura, la paz, el anhelo de justicia; promoverás siempre el bien, la justicia, el diálogo, la reconciliación, el perdón, la sabiduría.
JESÚS PONE CONTRA LAS CUERDAS TU IGNORANCIA. Su misericordia, inagotable, no termina nunca. La corriente de Agua Viva abierta en Cristo es inagotable, y da de beber a generaciones anhelantes de bucear en aguas profundas, de bañarse cada día en el bautismo de gracia, en Agua Viva, y saciarse. Jesús, “Agua que salta hasta la Vida Eterna” concentra la mirada de Pablo. 1 Corintios 15: "Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados. ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos". La resurrección de Cristo sigue viva y actuando en cuantos confían en Él. Cristo resucitó, y todo cambió. Todo es nuevo y tiende hacia un sinfín. Ya no hay fronteras. La muerte ha sido abolida. La Comunión es universal y poliédrica. Estás llamado a vivir para siempre. Desconoces cómo será la vida nueva, pero será resucitada, te salvará de desgracia y desolación, y en ella tendrás asiento, acople, casa, hogar, familia, vida. La palabra se torna advertencia que conviene escuchar y degustar en la intimidad; Lucas 6: "¡Ay de vosotros, los ricos, porque ya tenéis vuestro consuelo! ¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre! ¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!" Se te pide ascesis de vida. Toma conciencia de quién eres, y quién estás llamado a ser. Jesús te pone contra las cuerdas de tu ignorancia, insensibilidad, ansiedad, codicia, deseo de salvación individual, ansia de ser el mejor, más rico, más sabio, con más dinero, el mejor inversor, más admirado, con vida más regalada o afamada. Encuentra en la Palabra el camino, que te conduce a lo que te falta, a lo importante. La búsqueda no es mental, es de conciencia vital, en continua renovación y aprendizaje, metida en la vida, comunitaria, entregada a servir y a reanimarlo todo con la luz, la esperanza y el amor inagotable de nuestro Dios.
Antonio García Rubio.
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