Después de aparecer los datos del Barómetro de julio del CIS, casi todo el mundo se ha centrado en comentar la enorme ventaja electoral que ha adquirido el PSOE de Pedro Sánchez después de su exitosa moción de censura. Una ventaja que a mí, sinceramente, no me ha extrañado porque creo que tiene una explicación bastante sencilla.
En el centro izquierda español había, desde 2015, un enorme deseo de evitar que la maquinaria corrupta y criminal en que se ha convertido el Partido Popular siguiera gobernando. Lamentablemente para ellos, ni Podemos ni Ciudadanos, las dos nuevas fuerzas que supuestamente estaban destinadas a acabar con la corrupción impulsando una nueva etapa de regeneración democrática, supieron entender ese deseo tan ampliamente extendido en la sociedad española, no solo entre la izquierda sino también en los segmentos democráticos de la derecha. Por eso ambos han terminado pagando la factura. De momento en las encuestas, pero creo que se puede predecir, sin mucho riesgo de equivocarse, que también en las próximas elecciones.
La burbuja de Podemos explotó justamente cuando la sociedad comprobó que ni comía ni dejaba comer y que se había convertido en un partido que frenaba una regeneración democrática que se deseaba, aunque fuese tan mínima como hubiera podido ser de la mano de un acuerdo de mínimos entre un Ciudadanos volcado a la derecha y el PSOE.
A Ciudadanos le ha pasado más o menos lo mismo como consecuencia de su también desacertadísima estrategia de acercamiento al Partido Popular, de la que únicamente ha logrado salir contaminado.