UNA VOCACIÓN Y UN PUEBLO. Ezequiel 2 da el inicio: "En aquellos días, el espíritu entró en mí, me puso en pie, oí que me decía: Hijo de Adán, yo te envío". Sintió en su alma la irrupción de una fuerza que le llevaba a hablar y escribir. Un punzante dolor le hacía temblar. Comprendió que era el Espíritu, y había de callar. Si Él habla, él calla y escucha. La experiencia de fe en las entrañas se trata con esmero, sabiduría y un aprendizaje especial: La vocación es un llamado a ser parte de un pueblo de 'sacerdotes, profetas y reyes'.
LOS PEQUEÑOS, LOS PRIMEROS. A este pueblo, por decisión del Padre, pertenecen todos sus hijos, y preferentemente los pequeños que no cuentan y ocupan los últimos puestos, los desterrados o sin hogar; los despreciados que se visten en los roperos, los hambrientos y los de soledades enfermizas; los sedientos o abrasados de calor abriendo zanjas al sol; los que conviven con los deshechos, en los basureros; los enfermos infecciosos, y los mindunguis que trafican como esclavos al servicio de los amos de los negocios del sexo, las drogas, el juego, el alcohol, y se sienten el desprecio del mundo al trabajar en lo más abyecto; los que violentan por rabia o heridas pestilentes, los inaguantables por su olor o sus vicios. Todos estos, según la Escritura, aunque alguno se escandalice, son los preferidos del Padre, los hijos perdidos que mueven su compasión; por ellos Cristo se ha abajado y hecho uno de tantos, hasta morir en cruz como un malhechor.
LLAMADOS A SER PARTE DEL PUEBLO AMADO. Un pueblo de hijos. El Padre les ha reconciliado consigo y entre ellos. Les sale al encuentro, anhela abrazarlos y vestirlos con el manto, el anillo y las sandalias del nuevo reino que dará a sus hijos, y que dará por concluidos los reinos opresores que han dominado la tierra durante siglos. Para este pueblo de mendigos, prostitutas, menesterosos, pecadores, alejados de riquezas hirientes y que vive en los márgenes del camino, por ellos y para ellos se hace presente en la tierra el Señor de cielos y tierra. Para hacer 'reyes, sacerdotes y profetas' a sus hijos apestados o apartados del desarrollo posible de los dones de Dios. Los hijos saciados de los desprecios y sarcasmos de los satisfechos. Salmo 122: "Nuestra alma está saciada del sarcasmo de los satisfechos, del desprecio de los orgullosos".
EL ENCUENTRO CON LOS POBRES. Una semana de encuentros con los pobres. La eucaristía, en el marco incomparable del hogar de los pobres del barrio, es seductora. Allí Pan, Vino y Palabra se hacen parábola, icono, constatación de que anuncio del reino prometido está llegando. Caerá la gran ramera, la gran Babilonia; y renacerá un pueblo de santos lavados en la Sangre del Cordero. Verlos, tocarlos, escucharlos, cantar y compartir con ellos el Sacramento es lo mejor que nos puede pasar. Ellos adelantan el reino y su banquete. Algo nuevo nace en las eucaristías de pobres e innombrables. Dichosos los invitados a la Cena del Señor. Cualquiera comprende, compartiendo la vida con los que viven en la calle o están rodeados de pobrezas y enfermedades sin fin, como tantos de nuestros barrios, lo que dice Pablo en 2 Corintios 12: "Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad. Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo". Estamos rodeados de misterio. Nada es lo que parece. El gran teatro del mundo nos lleva a representar papeles incomprensibles y hemos de esperar hasta el final para comprender lo que se trama, y el resultado final. Te basta mi gracia. En la debilidad reside la fuerza de Cristo. Los que parecen débiles son la fuerza del futuro. Has de esperar, ver, compartir dolores, aceptar este parto largo que traerá la nueva Jerusalén, adornada como una novia para su esposo.
ENTRA EN LA NUEVA SABIDURÍA DEL HIJO. Sal del pensamiento único de este mundo manipulado y oprimido, y empieza a crear y a vivir lo nuevo. Cambia el chip. Duda de los saberes que crees tener, de lo que te han enseñado y metido a través del calzador de la propaganda y las ideologías. Sé una persona nueva y libre. Con la nueva sabiduría que el Espíritu va tejiendo. La que provoca verdadero escándalo y crece lenta y misteriosamente. Confía. Marcos 6: "¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero? Y esto les resultaba escandaloso". Esa sabiduría que nos enseña a destruir el muro y a alargar la mesa. Hasta que todos nos acoplemos en la misma y extensa mesa de la diversidad fraterna, en la que olvidada esta guerra, renazca la armoniosa paz PARA TODOS LOS HIJOS.
Antonio García Rubio.