LA DANZA DEL SERVICIO Y DEL ESPÍRITU. Amós 7: "No soy profeta ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de higos. El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo: 'Ve y profetiza a mi pueblo de Israel". Jesús pide ser servidores, y que la vida del profeta sea una parábola donde mirarse. Mírate urgido a ser un sirviente. Una locura, un desgarro del corazón: YO ESTOY ENTRE VOSOTROS COMO EL QUE SIRVE. YO NO HE VENIDO A SER SERVIDO, SINO A SERVIR. EL QUE QUIERA SER EL PRIMERO ENTRE VOSOTROS QUE SEA VUESTRO SERVIDOR. Discierne la propuesta de Jesús a convertirte en una criada, en una sirvienta. Y la mente te hará danzar con Él y en continuas volteretas. Abstente de participar, si temes esta locura, en este abismo de la fe. Si te fías, podrás decir: SÉ DE QUIÉN ME HE FIADO. Y danzarás la danza del Espíritu.
EL SERVICIO: EL LUGAR DE LOS ÚLTIMOS. Iníciate en el diálogo secreto e íntimo entre Jesús y su discípulo. Obedece su plan de salvación en amor y en humildad. Efesios 1: "Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra." Contempla en la Palabra la voluntad de Cristo Jesús, cuando te llama a redondearlo todo en Él. Como hombre de Dios acepta el último lugar, como te pide, y busca tu modo de servir, y sólo servir. No ocupes el primer puesto, sino el último. Renuncia al protagonismo, mando, apariencia o prestigio.
EL ICONO DE LA EMPLEADA DE HOGAR. Mira a la mujer del servicio doméstico. Sirve, y sólo sirve. No tiene voz, ni ocupa espacio relevante, pasa inadvertida, y no cuenta en las decisiones. Sonríe y obedece. Puede ser ignorada, y no ha de molestar. Carga con todo el servicio, y ha de hacerlo bien. Su trabajo es que los demás se sientan atendidos, seguros y que disfruten. Si algo sale mal, carga con regañinas, desprecios, o palabras duras. Se conforma con limpiar las miserias ajenas en soledad, mal pagada y olvidada. Y, eso es lo que Jesús te pide. ¿Quieres para ti este puesto en la Iglesia, en tu comunidad, en tu familia, en la sociedad o la cultura moderna, autosuficiente, orgullosa, y sobrada de sí? SERVIDOR. SERVIDORA. Es también el papel tradicional de la madre.
EL DOLOR DE CABEZA DE SER SERVIDOR. Jesús llama a servir, y te pone a prueba. A veces, además, parece que se olvida de ti. La frescura del Evangelio te lleva a ser un servidor, y Dios, de pronto, guarda silencio. Y tú, sirviente, te decepcionas y te encuentras perdido. Has de perseverar en silencio, servicio, docilidad, obediencia y aceptación de que esa cruz es la voluntad de Dios. ¿Dónde está Dios?, te preguntas confundido. ¿Se puede apuntar uno a esta bicoca de envío y misión? Te produce dolor de cabeza sólo pensarlo, verte en semejante misión divina. Anulado, destrozado. Eres puesto a prueba. La misma a la que están sometidos de por vida, por su pobreza, millones y millones de personas para poder sobrevivir con sus familias. Es necesario que te suceda algo extraordinario para que te des cuenta de la incoherencia que vivimos y de la belleza de amor de la praxis del servicio que Jesús propone. El alma que anda en amor ni cansa ni se cansa, aunque se fatigue y decepcione. Mira desde la gracia. Por tu comodidad o falta de fe no justifiques lo injustificable. No te apuntes a vivir una fe, que no tenga la propuesta de SERVICIO de Jesús. Y no te dejes servir. No cambies la fe recibida. No la quites fuerza o belleza. No vendas como verdad la incoherencia de tu decepción, de tu falta de fe o de amor. No sigas engreído, sabio y entendido, consejero de medias verdades que acaban siendo mayores mentiras.
PERMANECE FIEL. Escucha la llamada del Evangelio con limpieza de alma, sin doblez de corazón. Otra cosa es que no todos, ni mucho menos, sean llamados a lo aparentemente imposible. A un profetismo de limpio corazón. Pero la llamada existe y ha de ser contemplada con fe inocente, como la de una madre, para que, al menos alguno, sea otro Cristo, otro SERVIDOR, que da la vida y mantiene viva la llama y la memoria del Evangelio en un mundo como este. Mantente fiel al Señor. Salmo 84: "La fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo. El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto". Contempla la fidelidad de tu llamada, y la de otros llamados. Es esencial esta sana y santa fidelidad que, aunque te ponga a prueba, te hará dar fruto. Y, para que todo te sea más llevadero, y un verdadero aprendizaje, Marcos 6 propone: "Los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto". Todo en Jesús es un amoroso paseo, una bellísima danza. Danza lenta, pausada, hecha con amor, sin prisas, sin abandonos, sin dejar de mirar y de sentir el abrazo del Padre. Y sin olvidar, aunque a veces lo olvides, que tú también estás aquí, mientras dure tu peregrinación, como lo está tu Maestro, como un humilde discípulo que aprende sirviendo a dar la vida. Y en este tiempo, a poder ser, nunca andes solo, marcha siempre con otro, de dos en dos. E id en paz, y sed portadores de paz y del amor de Dios con vuestro servicio y entrega.
Antonio García Rubio