ANTE EL EXCEDENTE DE TRISTEZA, RENACE DE ESPERANZA. Aún no ha llegado el domingo tercero de Adviento, centrado en la alegría, y ya las lecturas del segundo domingo te ponen en esa onda. Salmo 125: "El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares". En esta historia ecológica, pandémica y humana, lo normal es que te corran las lágrimas casi sin cesar. "No está el horno para bollos", ni siquiera en este tiempo pre-navideño, en el que la antigua tradición popular nos situaba en los hornos de los panaderos, para hacer junto a las madres, bollos de anís, magdalenas, rosquillas o tortas de chicharrones. No está el Adviento 2021 para bollos. Hay excesiva tristeza, falta de esperanza y mucha frustración, por la dureza mantenida con el sufrimiento, el frío, el robo de la luz, la falta de trabajo y recursos, o el desencuentro constante de dirigentes y tendencias. Quizá por eso te haces más sensible ante el llamado a la alegría que nace de la Palabra. En el Salmo sentimos que Dios sigue estando grande con esta humanidad perdida en peleas diarias y distorsiones, frutos de su ambición, su falta de mesura, su austeridad responsable y fraterna. Tiene su aquél el hecho de alcanzar a ver que estás sembrando algo nuevo en medio de tantas lágrimas. Ninguna lágrima se pierde a los ojos de Dios. Son el mejor riego para que crezca la semilla de esperanza, y de alegre y cantarín final.
BUSCA LA EMOCIÓN DE PREPARARTE, LIMPIA E IRREPROCHABLEMENTE, PARA EL ENCUENTRO. Ni vale el individualismo, ni la búsqueda de regalos para mí y los míos. En esta época global e interconectada, no valen las soluciones privadas y, menos aún, las cainitas. Estamos intercomunicados. El bien para unos es bien para todos. Y al revés, el mal de muchos es mal de todos. El Adviento es tiempo de alegre y confiada esperanza. Es tiempo de llamada comunitaria, de vida nueva vivida en comunidad. La Iglesia no deja nunca, por la misma centralidad de la Eucaristía, de convertirse en llamada a ser un pueblo unido, en comunión, ayuda a los débiles, y vida fraterna y compartida. Ahí está su crecimiento en amor y en sensibilidad. Filipenses 1: "Que vuestra comunidad de amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad. Así llegaréis al Día de Cristo limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia". Una bella locura, la del amor mutuo, desinteresado. Locura que nace honda, profunda, en las entrañas iluminadas de tu persona, toda de Cristo Jesús, al que encuentras, como la Samaritana, en un cansado y sudoroso caminante que busca del agua de tu amor, y te riega con el Agua Viva del Amor de Dios. Objetivo de este Adviento: llega limpio, irreprochable, cargado de frutos de justicia, al encuentro sanador y liberador con Él, que viene de la mano del precursor, y posiblemente, para tus hermanos, de tu mano, pues ahora, en este tiempo desalentado, el precursor de Jesús eres tú.
AÚN A DURAS PENAS, DEJA QUE TE NAZCA UN NIÑO, PRECURSOR DE JESÚS. Lucas 3: "Vino la Palabra de Dios sobre Juan, en el desierto. Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados: preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios". El objetivo es que todos puedan bañarse en el Amor de Dios, en su justicia. Y el camino de Adviento se te presenta como camino de conversión, no moralizante, ni piadosa, ni meramente religiosa. Conversión que ha de nacer dentro, en ese lugar íntimo y profundo donde crece a duras penas el niño nuevo al que estás llamado, que se identifica con el Niño Dios al que vas a celebrar y festejar en Navidad. Deja que crezca, confía, dale aire y aliento a su fe; insufla novedad, belleza y esperanza entre los pobres, los pequeños, los machacados, los enfermos, los débiles, los santos de la puerta de al lado. Reparte lo bueno que tienes de Jesús, no te quedes con ello. Llena todo de la sana y jugosa alegría del Evangelio. Como el Bautista, ve decidido, templado y entregado, delante, como precursor de Cristo.
CAUTIVA Y EMPAPA DE CUIDADOS DE AMOR A LA SUFRIENTE NATURALEZA. Baruc 5: "Dios; ha mandado al bosque y a los árboles fragantes hacer sombra a Israel. Porque Dios guiará a Israel entre fiestas, a la luz de su gloria, con su justicia y su misericordia". Es mucho lo bueno que viene con Jesús. Disfruta de ser cristiano. Goza de la llamada que has recibido, de la comunidad de fe que te ha sido regalada y confiada. La sufriente naturaleza, amenazada por la ambición irresponsable del hombre, está esperando tu acción benéfica, solidaria, comprometida. Los bosques, los árboles fragantes, los ríos, las montañas, el sol, el aire que respiras, la ecología renaciente, cargada del amor y del cuidado de Dios, quiere participar de la gran fiesta que se te avecina en la Navidad. Vive vida nueva, el bautismo es tu Pascua y tu fiesta comunitaria. Da gracias. Participa de un Adviento cautivado por la esperanza.
Antonio García Rubio.