
Turquía logró esquivar una prohibición de Estados Unidos de exportación de drones de guerra al país otomano desarrollando los suyos propios gracias a un componente clave de los misiles suministrado desde el Reino Unido. Esta estrategia ha permitido que Ankara pase a ser una potencia emergente en la tecnología letal, cuyo auge, advierten los expertos, está proliferando peligrosamente.
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