Vivimos tiempos difíciles como para soñar historias maravillosas. Los sueños de la humanidad y de los pobres se ponen sombríos y borrascosos. Los profetas, que amaban a sus pueblos, a veces, soñaban historias dolorosas que buscaban despertarlos de vidas estériles y confusas; pero, cuando la historia se oscurecía de verdad, y se tornaba cruel e inhumana para sus hermanos, ellos despertaban luminosos, y ofrecían sueños de vida, de paz, de íntimo gozo, y de plenitud para la naturaleza, los seres vivos, el hombre y la historia común. Es así como, en este segundo domingo de Adviento, Isaías 11 nos deslumbra: "Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor... Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastorea."
Si eres padre, madre, profesor, pastor, catequista, enfermera, panadero, cuidadora, terapeuta, conductor de autobús, educador, abuela o una persona sensible ante tus hermanos, y dedicada a su cuidado, sentirás en tu alma la fortaleza de las imágenes y del texto de Isaías, y de otros textos, como el del Salmo 71, que se proclama hoy: "Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará, del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres." Sólo nos dejamos influir de corazón por las imágenes que nos devuelven la vida, el color, y la esperanza; y que nos inyectan una poderosa torrentera de luz, de energía y de gracia. Hay textos eternos, y siempre vivos, para todas las generaciones. La Palabra se torna siempre, para quien busca y escucha, una evocación de la misericordia divina para con los pobres. El Adviento, unido hoy a la Inmaculada Virgen María, es el canto a una promesa que nos trasciende, y que nos da o nos devuelve la vida; por eso, es tan apasionante de vivir, tan atractivo y tan profundo. Porque nos hace entrar en las entrañas del Misterio de un Dios anhelante de encuentro con sus hijos, hecho carne nuestra en María, y de un hombre deseoso de respuestas clarificadoras y sanadoras. Como las que nos dió María, la primera creyente, en la que todos nos miramos y regocijamos. ¡Ven, Señor! Veamos estas dos propuestas:
1.- Romanos 15: "Que Dios, fuente de toda paciencia y consuelo, os conceda estar de acuerdo entre vosotros, según Jesucristo, para que unánimes, a una voz, alabéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo." Esta es la primera propuesta de este dís de María y segundo domingo de Adviento: Es una invitación a estar de acuerdo, a mantenernos unánimes y con una sola voz. Una familia desunida se destruye. A pesar del mal ejemplo que recibes de personas significativas, ancladas en mentalismos, miedos o egos heridos, mantén, junto a la Virgen María, encargada de tejer la unidad y la comunión que pide su Hijo, en torno a Él y su Iglesia. Comunión, también, con el Papa Francisco. María, como cada Papa, y como cada bautizado, en cada momento, somos un regalo profético para este mundo y para la Iglesia. El Papa es el gran regalo de Dios para un mundo herido y fragmentado, destructor y sustentado en élites ambiciosas. Demos gracias a Dios. Que su paciencia y su consuelo, ofrecidos en el misterio inmaculado de María, nos ayuden a vivir en la Comunión. Canta a la Comunión. Invita a tu comunidad, reunida en torno a María, a vivir en familia y comunión. Enseña a tus hijos el valor de identidad y coraje que nos da estar unidos, como María, con la Iglesia. Una Iglesia unida a su Señor, siempre tendrá un lugar en la historia, aunque sea crucificada, ignorada, silenciada o marginada. Mantén con tu comunidad la unidad y la comunión.
2.- La segunda propuesta del segundo domingo de Adviento hace relación al Espíritu y al fuego: Mateo 3: "Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego." La figura deslumbrante de Juan el Bautista te ayudará a rememorar tu bautismo. Vuelve a arder, en comunidad, y por dentro, por la acción del Espíritu de Jesús que recibiste en el bautismo. Que el anhelo de su venida te haga brillar, y te encienda con tus hermanos. Reza con ellos y repite "Enciende en nosotros, Señor, la llama de tu amor." Colabora para crear una comunidad viva y fraterna. Con tu testimonio y tu palabra enciende en ti y en cada hermano la llama violenta del amor, hasta que haga arder, y hasta que se extinga, todo lo que no es ni bueno ni sano: lo que nos hace mal, lo que nos quita la sensibilidad del amante, lo que nos bloquea y nos mantiene relamiéndonos en nuestras heridas, lo que nos revuelve con ira, lo que nos enfunda en nuestros torpes criterios o nos hace unos seres torcidamente malvados. Junto a tus hermanos, en este Adviento, con la limpieza de alma de María Inmaculada, rememora tu condición de hijo y de bautizado. Perteneces a un pueblo que es bienaventurado y limpio de corazón, y está ensamblado en la esperanza.
La Cumbre del Clima en Madrid nos revuelve por dentro, y como cristianos nos ayuda a tomar conciencia de nuestra responsabilidad con la Tierra y sus habitantes, y con los más pobres y dañados. Vuelve a soñar de nuevo, junto al Papa, releyendo y mascullando la Laudato Sí. ¡Ven Señor!