Mi total solidaridad y mis oraciones van con el pueblo mejicano que ha sufrido en sus carnes este desastre. jl
De manera instintiva, quienes estaban cerca de los derrumbes, corrieron a quitar, a veces con las manos desnudas, los escombros para buscar a gente atrapada. Se formaron cadenas humanas: jóvenes y adultos, solos o en grupo, con palas, cubetas, guantes o su simple tesón de buscar y rescatar sobrevivientes. "Vivimos escenas muy enternecedoras, de gente que quería ayudar, que deseaba hacer algo por los más afectados", asegura a BBC Mundo Joel Reveles, un estudiante universitario que se unió a las brigadas de rescate.
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